El costo de la incompetencia
Raúl Pérez Reyes, incompetente ministro de Transportes y Comunicaciones, sigue dejando de hacer y dejando pasar las cosas, impulsado por su ineptitud para ejercer el cargo de ministro del sector responsable de ejecutar las indispensables obras de infraestructura que, desesperadamente, demanda la sociedad.
Como era previsible, en un pif-paf la compañía china Cosco construyó el puerto de Chancay; y de inmediato arrancó a operar. El caso es que, en el tránsito de Chancay a Lima, los camiones que transportan contenedores —descargados y/o por cargar— con destino a —o provenientes de— Lima, tardan tanto en cubrir los apenas setenta y siete kilómetros que separan a una y otra ciudad como volar de Lima a Santiago de Chile. No por otra razón que por el tráfico infernal de vehículos de toda naturaleza y todo tamaño que circulan por una avenida que, años atrás, se llamaba la Carretera Norte. Esta vía se ha convertido en una vulgar pista rota, repleta de tractocamiones, volquetes, megabuses, microbuses, autos, camionetas; incluso mototaxis, motocicletas y bicicletas.
¡La solución —desde esta columna lo hemos señalado hasta el cansancio— es el tren! Más aún, considerando que existió un tren que cubría la ruta Lima, Ancón, Chancay, Huaura, Huacho y Pativilca, cuyos rieles nunca fueron retirados y que, seguramente, continúan sembrados y recubiertos por arena. Pero el tiempo vuela, y a Pérez Reyes le importa un caracol; mientras la ineficiencia vuelve a dañar la imagen del Perú. Pues, teniendo un puerto para recibir naves mega-dimensionadas —exclusivo en la costa pacífica latinoamericana—, nos vemos incapacitados de usarlo exitosamente por la coyuntura de nuestro obsoleto transporte terrestre, a falta del tren y/o de una flota para cabotaje.
Hoy, el turno de la incapacidad de Pérez Reyes aparece retratado en la ineptitud del ministerio a su cargo para interconectar, oportunamente, la ciudad con el nuevo local del aeropuerto Jorge Chávez. Este gigantesco terminal viene construyéndose desde hace casi tres años. No obstante, cuando la concesionaria del aeropuerto anunció que su inauguración sería en diciembre último, recién Pérez Reyes y su equipo de ineptos se pusieron a “pensar” —alucinando, obviamente, la manera más compleja y morosa para hacerlo— por cuáles callejuelas derivar a sus próximas víctimas —los usuarios del aeropuerto— para hacer que el camino al Jorge Chávez les sea lo más tortuoso y les tome la mayor cantidad de horas posible llegar a tiempo al vuelo.
Así idearon —como era obvio— una planificación mamarrachenta que, en lo sucesivo, demandará dos horas y media —o más— para llegar de Magdalena al aeropuerto. Pero ahí no acabará el suplicio. Este disparate —que ni siquiera ha empezado a tomar forma— contará con dos puentes provisionales que ralentizarán el tránsito —cruzando el río Rímac— al ingresar y salir del nuevo terminal del Jorge Chávez.
Ello demuestra la ineptitud del ministro Pérez Reyes y de toda esta gestión de Boluarte; incapaces de prever problemas y, peor todavía, de solucionarlos oportunamente. Aténgase a las consecuencias, amable lector. Un nuevo tormento se encargará de martirizar su existencia para seguir dándole de comer a los Pérez Reyes del país.
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