El coraje moral y la política doméstica
Los desafíos que confrontan los atletas parapanamericanos llaman a la reflexión sobre el nivel de coraje físico que deben tener para doblegar los desafíos que les plantea la vida. El coraje físico supone fuerzas para domar el dolor, vencer los rigores de la vida diaria, esfuerzo para controlar su cuerpo sin extremidades o sin visión y aun así, competir y alcanzar metas. Extraordinario realmente. Pero no cabe la menor duda que es el coraje moral el verdadero motor de propulsión para vencer las restricciones físicas. Napoleón afirmaba que lo moral es a lo físico como tres es a uno y estos hombres y mujeres hacen gala de enorme coraje moral sin temor al fracaso o la frustración.
Entre ellos, no mostrar coraje moral para superar reveses equivale a cobardía. Es que el coraje moral es el valor de valores y eje en torno al cual giran los restantes. Si alguno y es frecuente en la política, se proclama honrado pero carece de coraje moral, terminará como muchos gobernadores o presidentes convertidos en piltrafas humanas, en la trampa de la coima y las repartijas del estado hecho botín. Se puede querer ser honesto y decir lo que se piensa, pero no hacer cuanto se dice por falta de coraje moral o aspirar a ser puntual y llegar siempre tarde por falta de esa fuerza interior hecha coraje. Ofertas políticas floridas, recitadas con poemas luego traicionados, son parte del arsenal para la captura del botín a través del poder y para ello no importa si se estafa a la población aprovechando la capacidad de generar emociones ante votantes que caen en la trampa. La situación política actual entre ejecutivo y legislativo es producto de esa falta de coraje moral para ganar la primera gran batalla que es contra uno mismo como sostenía Nietzsche.
Falta coraje moral para apartar el odio, acercar posiciones y poner al Perú en la palabra y la obra, primero. El aplauso cautivador e interesado envilece el espíritu, agiganta los egos y nubla la visión. Se graba e insulta al presidente, se bloquean carreteras y puentes sin que la flagrancia mande cárcel inmediata. El principio de autoridad languidece y la oclocracia sienta sus reales como alternativa en pleno siglo XXI. El hombre como lobo del hombre sin coraje moral. El coraje moral impone respeto al marco legal y templanza para entender que los verdaderos enemigos son la corrupción, la pobreza, la deficiente educación, falta de salud, desempleo, inseguridad y el analfabetismo supérstite por 150 años. Sí, es falta de coraje no aceptar que los verdaderos enemigos demandan trabajo en equipo, generar sinergias con férreo liderazgo, no plausible necesariamente. Coraje moral se demanda.