El Congreso se merece ese 8%
Vamos a retroceder 22 años. Nos ubicamos en pleno gobierno de Alberto Fujimori. Los casos de corrupción de gobierno explotan lentamente en algunos medios. Vladimiro Montesinos veía amenazada su posición de poder; y al igual que hoy en día, las encuestas mostraban parte de una realidad. En el 2000, la aprobación del Congreso de la República, según Apoyo Opinión y Mercado, era de 31%. Es interesante cómo en veinte años, la valoración del Congreso de la República se ha desgastado y debilitado.
Sólo un Congreso timorato como el que tenemos puede llegar a tener ese tipo de desaprobación, y no interesarle el camino que abren hacia la deslegitimación como poder de Estado. El Congreso que hoy nos representa tiene sólo 8% de aprobación. María del Carmen Alva intentó ser una oposición firme y dura; pero ella misma boicoteó sus intentos. ¿Qué tenemos ahora? Una Lady Camones, clara muestra de clientelismo. Su argumento para justificar sus actos es: “todos los partidos hacen lo mismo”. Un golpe más para el Congreso. La Fiscalía investiga a un grupo de “niños” por lograr ser congresistas para llenarse los bolsillos con corrupción. En lugar de hacer política y buscar una salida ante la incompetencia para gobernar desde Palacio, se han convertido en bancadas criminales elegidas por el pueblo.
Sin embargo, la historia reciente nos ha demostrado que la aprobación o desaprobación del Congreso no son ninguna arista para moldear o aplicar la toma de decisiones. Es decir, en el 2020, al Congreso vacó a Martín Vizcarra y ese no era un Congreso necesariamente popular. Su aprobación era casi inexistente -Vizcarra lo había disuelto y posicionado su poder-; sin embargo, eso no fue impedimento para que ese nuevo parlamento destituya a Martín Vizcarra y aplique el poder que la Constitución les ha otorgado.
Necesitamos un Congreso que haga política. Un Congreso que se apoye en la Constitución para mantener a este país en el rumbo. El presidente Pedro Castillo y sus amigos usan la Carta Magna para proteger la investidura presidencial y mantener el poder. Pero el Congreso la usa para intentar favorecer a César Acuña. Investigan a un miembro del Parlamento por presunta violación sexual, y dos congresistas de “izquierda” -un caviar y la otra también- se burlan de lo ocurrido con un lenguaje por debajo de lo chabacano. Ese es el Congreso que tenemos y que nos merecemos.
Se merecen ese 8%, que les ha quitado todo el respeto y ha otorgado el rechazo de un gran sector que se siente aburrido de su inactividad como congresistas. El poder de ejercer, señores, no lo desperdicien siendo investigados por la Fiscalía.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.