El conflicto en Gaza
En cuanto al contexto histórico y territorial del conflicto en Gaza, la referencia a los filisteos como ancestros de los gazatíes es discutible, por discontinuidad directa con la población palestina actual. Respecto al Mandato británico y partición de 1947, la ONU propuso dividir Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, con Jerusalén bajo administración internacional. Israel aceptó; los países árabes lo rechazaron, y se desencadenó la guerra de 1948.
Gaza estuvo administrada por Egipto hasta 1967, cuando Israel la ocupó tras la Guerra de los Seis Días. Los Acuerdos de Oslo marcaron el inicio de la autonomía palestina en partes de Gaza y Cisjordania. Asimismo, la división entre Hamás y Fatah fragmentó la representación palestina, porque Hamás ganó las elecciones en 2006. No obstante, su negativa a reconocer a Israel y su violencia lo aislaron internacionalmente. Al Fatah, liderado por Mahmud Abbas, mantiene un reconocimiento internacional como interlocutor legítimo. Desde 2007, oficialmente Hamás controla el régimen de facto en Gaza, sin autorización alguna. Y Egipto e Israel mantienen bloqueos por meras razones de seguridad, reafirmando una crisis humanitaria persistente.
Respecto al Derecho Internacional, el ataque por parte de Hamás del 7 de octubre de 2023, con asesinatos y secuestros, está calificado como “crimen de guerra” por Human Rights Watch. La respuesta israelí, con miles de muertos y destrucción masiva, también podría calificársele como eventual violación al derecho humanitario. Siendo Hamás una organización terrorista, el conflicto tiene actos como ocupación, resistencia, derecho a la autodeterminación y seguridad nacional que deben conjugarse.
No obstante, la lucha entre Hamás y Fatah —así como el sanguinario ataque a Israel— mantienen al mundo en estado de shock, caos y desesperanza. El 7 de octubre de 2023, Israel respondió a los ataques de Hamás que dieron muerte a 364 ciudadanos israelíes. Asimismo, por primera vez Israel perdió el control de parte de su territorio durante el tiempo que los milicianos palestinos capturaron a los 251 rehenes y asesinaron a unos 695 israelíes (incluso 36 menores de edad), 71 extranjeros, 373 soldados y policías; y secuestraron a centenares de israelíes. Según Human Rights Watch, ello constituyó un crimen de guerra. Como consecuencia, Israel declaró la guerra a Palestina, matando a miles de gazatíes y arrasando con la infraestructura citadina de Gaza.
Esta inacabable historia demuestra la ilegítima oposición árabe contra la resolución de la ONU cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, creó el Estado de Israel.
Finalmente, si bien según la ONU la creación de Israel fue legal, realísticamente no tomó en cuenta los derechos de los habitantes árabes en Palestina. Problema que, en parte, atiza el conflicto que persiste hasta ahora. Sin embargo, la complejidad de todas estas cuestiones no justifica la magnitud del escenario de miseria y destrucción que hoy contemplamos, sumado a las pérdidas de vida y al menoscabo patrimonial que han sufrido miles de familias en Gaza; como centenares de ellas en Israel.
Aunque de allí a hablar de genocidio, sólo queda la alucinación a la que recurren los antisemitas cuando carecen de argumentos.
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