El comienzo
Culmino la lectura de la última obra del ex canciller y ex presidente del Congreso, Luis Gonzales Posada, la cual lleva por título “1923: EL COMIENZO” y que narra la prehistoria e historia inicial de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) cuya versión nativa, el Partido Aprista Peruano, fue determinante en nuestra vida política durante 80 años.
Y considero paradójico hacerlo la misma semana que el pleno del Jurado Nacional de Elecciones resolvió, en última instancia, desconocer al ex presidente Martín Vizcarra como máxima autoridad de un nuevo partido que busca acreditarse ante el Registro de Organizaciones Políticas. Decisión basada en las dos inhabilitaciones para ejercer voto, participar en o fundar movimientos que pesan sobre Vizcarra por evidentes actos de corrupción (en camino de validación judicial) como gobernador de Moquegua y su breve tránsito por palacio de gobierno.
Me explico. Gonzales Posada realiza la compilación informativa más completa que se conozca sobre el aprismo auroral tomando como eje la protesta obrero-estudiantil del 23 de mayo de 1923 contra el deseo del entonces presidente Augusto Leguía de consagrar la nación al corazón de Jesús, medida de raigambre populista que buscaba facilitar la inconstitucional reelección del gobernante. Protesta que tuvo como líder al titular de la Federación de Estudiantes del Perú, Víctor Raúl Haya de la Torre y dejó el triste saldo de dos muertos, precisamente un trabajador manual y un estudiante.
Sin embargo, como señala el prologuista Hugo Vallenas, Gonzales Posada busca describir la interacción de ambos sectores con los demás actores políticos e instituciones, así como la ubicación de estos sucesos en una perspectiva histórica más amplia. Todo esto ayuda a entender, dice Vallenas, “cómo aquella protesta resultó ser, finalmente, un momento decisivo de nuestra historia republicana moderna”.
En este trajinar tuvo un importante protagonismo el joven Carlos Gonzales Posada, padre del autor, quien desde temprana edad destacara en la prensa política con artículos de fuste y luego fuera un ilustre abogado –sobre todo de las causas populares–, poeta y fundador del partido Radical. Repasar sus actividades de esos tiempos junto a muchos otros personajes no visibilizados en textos conmemorativos, reivindica los sacrificios, luchas, constancia, ideales y modestia de quienes hicieron verdadera política en el Perú, aplastando con sus blasones morales al oportunismo, la traición, el transfuguismo y perversidad de algunos.
Estas últimas son las características de Vizcarra, bautizado como “lagarto” por su propia familia y la encarnación viva más grande de los seres taimados que han detentado la banda presidencial. Un demagogo, mentiroso y reptilesco que poca honra hizo a la memoria de su progenitor, el respetable constituyente aprista César Vizcarra Vargas.
Saludo el libro de Gonzales Posada, la firme determinación del JNE de extraer a Vizcarra de las secciones políticas de la prensa y confinarlo a las judiciales (de donde no debe salir) y recordar en la figura del lagarto aquel adagio español: “La basura que se barre / siempre será basura / y aunque por los aires suba / basura será en el aire”.
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