El cierre e inicio de un nuevo ciclo
Hemos usado calendarios desde las primeras civilizaciones humanas y tomado como referentes a elementos naturales para ello. Los antiguos egipcios (circa 3000 a.C.) diseñaron un calendario solar basado en el ciclo anual del río Nilo y el movimiento de la estrella Sirio, lo que permitió prever inundaciones que afectaban a la agricultura, que era la actividad económica principal y propiciaba la estructura legal social. En Mapping Time: The Calendar and Its History (Richards, 1998), encontramos que el calendario egipcio estableció un precedente para la organización administrativa y jurídica.
En Roma se tuvo el calendario juliano, implementado en el 46 a.C. bajo el mandato de Julio César, que también estuvo basado en el año solar. En este se incluyó un “ajuste” parcial para corregir su imperfección: años bisiestos. Sin embargo, encontramos en The Oxford Companion to the Year (Blackburn y Holford-Strevens, 1999) la precisión de que este fue el primero con contenido legal, en la medida que definía los días en que se podían celebrar juicios y transacciones comerciales. Hoy los llamamos días hábiles.
Muchos años después se dio una reforma impulsada por el papa Gregorio XIII, quien ajustó la ya conocida imperfección del calendario juliano (aproximadamente 11 minutos por año), haciendo que del 4 se pase al 15 de octubre de 1582 (salto de 10 días). Lo que dio origen al llamado calendario gregoriano que hoy aplicamos.
El término “calendario” proviene del latín calendae, que se refería al primer día de cada mes en el calendario romano antes del juliano (10 meses). Esta herramienta para dividir el tiempo pasó de ser un sistema con fines agrícolas y religiosos a un instrumento base indispensable en la administración del tiempo para la economía, el comercio, la política y el derecho.
Todos los calendarios eran cíclicos, con un inicio y un fin. Así, tenemos una celebración ligada al calendario, y es el “Año Nuevo”, que significaba el comienzo de ciclos fiscales, administrativos y judiciales.
En el Perú prehispánico, nuestras culturas usaban un calendario agrícola-ritual, también basado en el sol. Franklin Pease (2009), en El universo religioso de los incas, nos indica que este sistema organizaba las cosechas, regulaba ceremonias y obligaciones comunitarias. Debemos precisar que el calendario inca consideró tanto el sol (inti) como la luna (quilla) para su establecimiento, teniendo al Inti Raymi (fiesta del sol correspondiente al solsticio de invierno) como muestra de un calendario actual que reconoce las costumbres ancestrales.
Como vemos, hasta hoy, el calendario organiza el tiempo, regula conductas, derechos y deberes sociales, siendo el calendario gregoriano el adoptado como estándar global para ello. Asimismo, con la Convención del Meridiano, suscrita en 1884 en Washington por 25 países, se estableció el meridiano de Greenwich (Londres, Inglaterra) como referencia temporal para un consenso jurídico internacional.
Como nos expresó Jorge Basadre en Historia de la República del Perú (1946), el tiempo no es solo un registro de días, es el marco en el que la humanidad construye sus sueños y sus leyes. Es momento de hacer un balance, reconocer lo bueno y malo, aprender de los errores y corregirlos.
¡Feliz Año Nuevo!
César Alfredo Montes de Oca Dibán
Abogado, docente universitario, consultor legal
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