El 'chino' ha vuelto

Alberto Fujimori disfrutó por casi once años de la presidencia. Por todos esos tiempos vividos llenos de gloria, poder, dinero, inmunidad y en los que se hacía lo que él quería, vivió casi dieciséis años prisionero en un departamento. La enorme diferencia entre Alberto Fujimori y Pedro Castillo es que el primero siempre fue un hombre preparado para asumir el liderazgo y se rodeó de las personas precisas para lograr determinadas metas. El segundo pisó Palacio de Gobierno y no lo podía creer. Hoy, el chino ha vuelto y sus enemigos lo saben.

Es innegable que Alberto Fujimori es un hombre inteligente y la cárcel lo ha convertido en sabio. El encierro no le ha quitado el espíritu de comunicador, político y expresidente de un país cuya base de su apogeo económico lo construyó a lo largo de diez años. Hoy, dieciséis años después de ser encerrado, Fujimori se dirige a un público que sabe poco o nada de lo ocurrido hace más de veinte años. Ahora ya no existen sus amigos de los diarios chicha -aunque, incluso hoy, tengamos algunos en ciertas esquinas-. Ahora se usa un método más efectivo: la tecnología.
Efectiva, masiva, la tecnología llega a diferentes públicos. Incluso puedes realizar la segmentación del público que deseas y que buscas que te vea. El cerebro de Alberto Fujimori se fusiona con todo el cambio y lo nuevo de la inteligencia artificial para cambiar la percepción de la historia. Al ver solo los dos capítulos, es claro denotar que el objetivo de Alberto Fujimori es volver a construir la imagen de vencedores del terrorismo, solución económica y víctimas de injusticia que han tenido por los primeros 12 años, después que el dueño del apellido decidió fugar a Japón. Es decir, entre los años 2000 y 2012.

Sin embargo, esa imagen se ha diluido a través de los años. La responsable es Keiko Fujimori, desde que decidió desligarse del padre para darle otro rostro al fujimorismo. ¿Darle otro rostro a un partido que lleva el apellido del padre y todo el significado de Alberto Fujimori en él? Tres derrotas consecutivas le han dicho que se equivocó. Ahora con el padre libre, ¿lo volverá a intentar? La imagen de Keiko ha cambiado. No es más la tía gorda, seria, descuidada y sin estilo para vestir que mostró en las tres derrotas. Llegó el momento en el que se dio cuenta que las personas no votan por las mujeres que no se aman a sí mismas.

El “chino” ha vuelto y su objetivo principal es perpetuar la idea del fujimorismo, la imagen de un fujimorismo de los cien años. El APRA sigue vivo después de cien años de existencia. ¿Podrá el fujimorismo lograr una historia igual o mayor? Para ello, el partido tendría que tener un ideario. El Apra lo tuvo, en el pasado, porque la estrella intenta regresar a la vida colgándose de una historia muy vieja. El fujimorismo tiene un gobierno histórico, pero no tiene ningún cuadro que lo salve de una racha de derrotas.

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