El centrobermejismo
Las críticas que los ciudadanos oyen y emiten diariamente sobre las múltiples izquierdas y derechas nacionales son entendibles. Se percibe que hay poco que rescatar y un recelo y rechazo a estas partes del espectro cada vez más sumergidas en populismos irracionales y no menores acusaciones de corrupción impunes. Pero, ¿qué pasa con el famoso "centro" político?
Hoy se habla del "fujicerronismo" (una especie de "pacto de sobrevivencia de los extremos", como si fuesen las únicas fuerzas políticas parlamentarias), pero no de lo que podría llamarse el centrobermejismo como, por ejemplo, el de la congresista de "centro" Susel Paredes (ex Partido Morado) y otros colegas en cómoda coordinación y compartiendo bancada con Guillermo Bermejo, un vigente procesado por nexos con los narcosenderistas del VRAEM junto a Guido Bellido y Vladimir Cerrón. Se suele pues olvidar que sectores caviares apostaron -incuso desde antes del 2021- a un falso "centro" político que en la práctica hasta catapultó a posiciones de poder a extremistas de izquierda como Castillo y Bermejo. Muchos políticos y dirigentes de "centro" fueron inclusive funcionales a las asonadas antimineras y sus narrativas. Que no sorprenda entonces que, desde dentro y fuera del Congreso, estas complicidades relancen una polarización violenta apuntando a influir tóxicamente en el próximo proceso electoral.
En realidad todo el archipiélago de "centrismos" no han sido actores menores en la estructura de competencia política peruana que arrancó alrededor del triunfo presidencial de Castillo-Cerrón en 2021. César Acuña, por ejemplo, desde el también centrista APP, se convirtió en garante del presidente prosenderista. Hoy lo sigue siendo con Boluarte. Lo mismo Luna Gálvez con Podemos. También "Los Niños" centristas de Acción Popular jugaron su partido garantista.
Lo que sí puede preverse es que habrá al parecer un boom del centrismo eleccionario y no solo en la capital. Descentralizadamente ésta corriente se instala como veleta de indefiniciones en los movimientos regionales. Hasta el partido de Nicanor Boluarte anuncia que intentarán representar a esta parte media del espectro político. El asunto es que se piensa que es un espacio "angelical". No obstante, las acusaciones de corrupción y otros entreveros no solo apuntan a izquierdistas y derechistas, también a los centristas; algunos encarcelados otros impunes y que se han visto por todo el país en las últimas dos décadas. Y hay muchos de ellos en regiones, provincias y distritos, incluyendo el ámbito municipal.
Cabe aquí señalar a propósito del tema la enorme dificultad que analistas políticos y politólogos tienen para interpretar los escenarios, las líneas divisorias y el desplazamiento de los conflictos recurriendo al maleable, impreciso y tradicional espectro de "izquierda-centro-derecha". Mucha de la confusión actual reside en ese deficiente marco analítico. Quizá más útil es ubicar o recolocar a los actores políticos y las organizaciones en competencia según los planteamientos programáticos en relación a las ideologias de fondo. He ahí uno de los retos de los comentaristas políticos pese a que suele creerse que lo ideológico ya no tiene o tiene muy poco influjo y que solo una suerte de pragmatismos (desorientados, oportunistas las más de las veces, nebulosos en realidad y aparentemente antiideológicos) son los determinantes en el juego político. Error. Lo advertía y recientemente bien el reconocido especialista argentino en comunicación politica Mario Riorda: "¡Ey, las ideologías aún existen!".
