El caso Oviedo, una reflexión necesaria
Como todos los peruanos, sentí gran decepción de nuestro equipo nacional de fútbol por no asistir al Mundial y recordé con nostalgia el 2018, cuando después de 30 años pudimos hacerlo. Muchos comentaristas deportivos hablan de ello, pero no del gestor Edwin Oviedo, quien con sus 44 años tuvo la visión de contratar al profesor Ricardo Gareca.
Sin embargo, los méritos de Oviedo no sólo están en su trajinar por la Federación Peruana de Fútbol; a los 33 años reflotó la empresa azucarera Pomalca y a los 35 hizo lo mismo con Tumán, y en el 2011, con 40 años, hizo campeón sudamericano al Juan Aurich de Chiclayo.
Por razones extraempresariales y ligadas a las mafias organizadas, fue injustamente procesado y privado de su libertad, pero gracias a decisiones judiciales acertadas sus procesos fueron archivados y ahora goza de libertad plena.
Sé que, dentro de su actual actividad empresarial, está haciendo mucho por su segunda tierra, Chiclayo, ya que él es cusqueño de nacimiento; realiza actos culturales para la comunidad norteña y, últimamente, ha inaugurado en la Cooperativa Pomalca un centro de rehabilitación de fisioterapia y una nueva aula preuniversitaria que dará servicio también a la comunidad.
Hace unas semanas, Edwin Oviedo presentó su libro “El caso Oviedo: la verdadera historia”, donde valientemente narra las vicisitudes que atravesó desde su niñez y la manera en que enfrentó las presiones al interior de la Fiscalía, y de cómo soportó un encierro injusto por 500 días, así como injustos fueron algunos medios de comunicación con él, y que ahora no tienen la valentía de reconocer su error dándole un espacio para que él cuente la verdad.
No debería llamarnos la atención la mezquindad con la que trata gran parte de la sociedad a las personas exitosas. Sin embargo, espero que esta columna sirva para hacernos reflexionar y aprender a reconocer el éxito de emprendedores peruanos que, con voluntad, esfuerzo y sacrificio, hacen cosas buenas por el Perú.
Quizás hoy estaríamos celebrando nuestra clasificación al Mundial si Oviedo hubiera seguido al frente de nuestra Federación de Fútbol, ya que supo asumir su rol como dirigente apoyando las decisiones técnicas del entrenador Gareca. Sin embargo, todo pasa por algo, y quizás el tiempo que la seudojusticia peruana nos alejó de Edwin Oviedo haya servido para reconocer en él su valentía como emprendedor y su éxito en el deporte nacional como dirigente.
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