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El camino hacia una etapa prebélica mundial

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Fecha Publicación: 19/10/2024 - 20:40
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Soy de aquellos que se han resistido a afirmar la inminencia de la tercera guerra mundial. La movilización de fichas por los actores relevantes del actual sistema internacional parece advertir que ese temido escenario global podría terminar consumándose, y lo decimos sin ninguna intención alarmista, sino desde el puro realismo de las relaciones internacionales. El deterioro de las circunstancias en Medio Oriente, que todos estamos visibilizando como una tragedia incontenible, y el anuncio en la víspera por parte de Corea del Norte de enviar más de 12 mil soldados a los campos de batalla en favor de Rusia en la guerra que sostiene contra Ucrania, no son escenarios para ningunear debido a su proclividad al ensanchamiento conflictual. Vamos a explicarlo.
De un lado, el conflicto entre Israel y Palestina se ha mantenido en ese marco bilateral por largo tiempo y, en los últimos tiempos, se ha esquematizado en una guerra puntual de Israel contra Hamás, el grupo miliciano palestino que ha entrado en la retina de la geopolítica del conflicto en Medio Oriente como nunca antes; sin embargo, la participación de Hezbolá del Líbano en favor de Hamás y la aparición de Irán en el tablero de las complejidades del poder en esa región parecen advertir que la guerra podría extenderse por gran parte de la región, y eso realmente es muy malo porque hasta podría irse de las manos. Estados Unidos jamás abandonará a su suerte a Israel, y eso debe quedar claro para quienes creen lo contrario. La alianza estratégica entre ambos países se conserva pétrea porque juega en favor de los intereses de ambos Estados: económicos para Washington y existenciales y de pervivencia para Israel. La amenaza de que el conflicto se extienda no es descabellada. El petróleo sigue siendo el motivo central que justifica la defensa de los intereses de los hegemones en esa región.
De otro lado, por primera vez se verificaría la participación directa de Corea del Norte en la guerra entre Rusia y Ucrania. No es poca cosa enviar un número realmente relevante de soldados en favor de Moscú. Es probable que China haya tenido que ver en esa decisión. El régimen de Pyongyang depende en gran medida del gigante asiático, que le provee de todo para la subsistencia de su población, que llega a más de 26,7 millones. De ser así, estaríamos dejando atrás el escenario de una guerra únicamente bilateral, y ese contexto riesgoso podría llevar a que Occidente, por medio de la OTAN, también meta sus narices en el conflicto, extendiendo el número de actores comprometidos.
La pendiente reacción de Israel sobre Irán, que disparó más de 200 misiles balísticos sobre su territorio, y las implicancias de una inminente participación norcoreana en la guerra en Europa del Este, nos confirman una auténtica incertidumbre en el mundo. No debería soslayarse un escenario prebélico extendido. Las fichas están apuntando en ese camino peligroso. Es verdad que a Estados Unidos de América y a China no les conviene un marco de guerra, por lo menos por ahora, pero esa no sería una afirmación absoluta. La próxima elección del presidente de los Estados Unidos será clave para advertir el temperamento mundial estadounidense mirando las referidas guerras. Nunca como ahora la paz vive sus momentos aciagos que no todos están advirtiendo.

(*) Excanciller del Perú e Internacionalista

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