Educación y liderazgo
En nuestras conversaciones cotidianas siempre surge el tema del liderazgo, tanto en el plano político, como en el empresarial, mencionamos que en estos tiempos ya no se debe hablar de “jefes” sino de “líderes”; inclusive se habla del liderazgo de ciertos países o ciertas economías. Pero ¿cuáles deberían ser los atributos de un líder? Indudablemente, la educación del futuro líder es la piedra angular y la clave del progreso tanto de las personas como de las instituciones. Sin embargo, ¿qué porcentaje de nuestra población ha recibido o viene recibiendo educación después de la secundaria? ¿Nuestros líderes políticos, por ejemplo, cuentan con la formación o educación necesaria para conducir los destinos de nuestra nación? Debemos exigir que quienes nos lideran tomen decisiones acertadas, ya que, si ellos fallan, todos sufrimos las consecuencias.
El liderazgo no solo atañe a los políticos, va mucho más allá, los profesionales tienen la gran responsabilidad de velar por la sociedad, independientemente de su especialidad: economistas, ingenieros, abogados, profesores, médicos, etc. Y a todos ellos se les debe educar de forma adecuada. Nuestro país tiene tres graves problemas: corrupción, instituciones débiles y las personas que las conducen: los líderes. ¿De dónde salieron esos líderes, por qué son poco éticos o incapaces de resolver los problemas? La respuesta está en la educación, desde el nivel inicial hasta el doctorado, se ha dejado de lado la ética, poniendo al sentido de autoridad por encima del sentido de la responsabilidad; las universidades –por ejemplo– hace mucho que abandonaron el humanismo.
Nuestra sociedad debe detenerse a establecer cómo deben ser formados sus líderes; es el momento de educar a una nueva generación de líderes éticos y emprendedores, líderes íntegros (aunque sean considerados la excepción), con capacidad de enfrentar problemas desde el más simple hasta el más complejo, brindando soluciones factibles y coherentes. ¡Menuda tarea! Hasta parece imposible, debemos confiar en la inteligencia de estos jóvenes, dejándolos involucrarse en la problemática real que se enfrenta, dotándolos de herramientas para actuar en la realidad, dejémoslos que piensen por sí mismos. En la tarea de pensar, podríamos encargarles que preparen un “código de ética” y proponer el modelo de una “nueva sociedad”, dejando en sus manos el derrotero a seguir para ser una mejor sociedad. Quizá no se conseguirá la perfección, pero sí alcanzaremos la excelencia; probablemente no se seguirá ese código de ética, pero sabremos a ciencia cierta cuál es la nueva sociedad que aspiran, esto constituiría un gran avance.
Todos los estudiantes universitarios deberían participar de esta experiencia, de esta manera los futuros profesionales conocerán la verdadera razón del liderazgo; y esto, finalmente, servirá a toda la nación peruana. Aunque suene trillado, en esta tarea deben participar hombres y mujeres, sin distinción alguna; tenemos la esperanza puesta en las nuevas generaciones de profesionales, quienes desarrollarán sus labores con ética y verdadera pasión por lo que hacen, persistentes, hábiles para manejar la ambigüedad, capaces de afrontar problemas desconocidos. Los líderes de ahora y los futuros líderes del Perú tienen la gran oportunidad de conducir a nuestro país, convirtiéndonos en el “País de las Oportunidades”, el Perú que deseamos depende de un liderazgo inspirador, y este depende de la manera como eduquemos a nuestros líderes.
Willy Ramírez Chávarry
Ph.D. in Business Administration, Doctor en Derecho
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