Edmundo González y su deber de formar gobierno en el exilio
La doctrina reconoce la existencia del denominado gobierno en el exilio y sostiene que, para serlo, es imprescindible que se haya producido una invasión u ocupación total del territorio del Estado por fuerzas militares exógenas. Esa realidad, es decir, la referida ocupación total del espacio territorial, lleva a que el gobierno nacional, jurídicamente constituido, deba refugiarse en el territorio de otro Estado y en ese caso, podrá seguir ejerciendo las prerrogativas de iure o de derecho que tenía dentro del territorio nacional ocupado; sin embargo, la doctrina también reconoce como gobierno en el exilio al que constituido fuera del territorio del Estado porque dentro de éste yace otro, cuya tenencia del poder no goza de legalidad ni de legitimidad, casi siempre por usurpación como es el caso del gobierno de facto del dictador Nicolás Maduro Siendo que Edmundo González ha sido ungido en las urnas el domingo 28 de julio de 2024, y en consecuencia, teniendo la indiscutible legitimidad que lo convierte en presidente de la República Bolivariana de Venezuela pues lo es por voluntad del soberano, es decir, el pueblo, la única voluntad relevante para el derecho y la ciencia política, entonces, a Edmundo González le está faltando la legalidad que solamente tendrá con el acto de su juramentación como presidente de Venezuela en el exilio. La referida juramentación de González es de naturaleza ad solemnitatem, por lo que se trata de un acto de iure. Al hacerlo, será reconocido como jefe de Estado en ejercicio por todas las naciones del mundo, es decir, es imprescindible para que la comunidad internacional le confiera el status que el pueblo le ha concedido en elecciones –por ejemplo, ahora que ha llegado a Lima pudo haber sido recibido en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez”, con todos los honores y preeminencias que corresponde a un jefe de Estado– , y así pueda ejercer todas las potestades que su altísima membresía jurídico-política impone, como es el caso, en el realismo político del que siempre me gusta exponer, del mando supremo sobre las Fuerzas Armadas de su país, que aunque contándola ahora mismo, nada más que investido, no habrá sino desacatamiento expreso bajo responsabilidad si acaso los militares de su país, no cumplen sus órdenes. Finalmente, el presidente de Venezuela, Edmundo González, debería formar su gabinete de ministros y con su canciller, comenzar a mantener relaciones de Estado con sus pares de otros países, así como con los demás sujetos del derecho internacional, como es el caso de las organizaciones internacionales (Naciones Unidas, OEA, Unión Europea, Liga Árabe, etc.). Deberá hacerlo porque se trata de un mandato ciudadano precisamente para trabajar arduamente en el objetivo de defenestrar del poder de facto y no de iure que sigue reteniendo el sátrapa y pseudogobernante chavista.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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