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“Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”

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Fecha Publicación: 05/09/2020 - 20:20
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Queridos hermanos, nos encontramos ante el Domingo XXIII del Tiempo Ordinario. ¿Qué nos dice la Palabra de Dios? El profeta Ezequiel dice: “Súbete al atalaya”. Allí donde se suben los vigilantes, los profetas, que anuncian y viven la verdad. Si yo digo al malvado: “¡Malvado, eres reo de muerte!, y no cambia de conducta, él morirá”. En esta pandemia que estamos viviendo, convirtámonos a Dios, abandonemos la idolatría del dinero, de la soberbia, del orgullo, de los siete pecados capitales que nos destruyen; y cambiemos nuestra conducta hacia la misericordia.

Por eso respondemos con el Salmo 94: “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»”. ¿Cómo se endurece el corazón? Con el amor al dinero, el amor a sí mismo, poniendo a prueba a Dios. Es por ello que San Pablo en la Segunda Lectura, que es de la Carta a los Romanos, nos dice: “el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley”. Lo que nos enseña la Iglesia y nos transmite gratuitamente es cómo poder amar. Amar es cumplir toda la ley, es ser feliz.

El Evangelio de San Mateo hoy nos dice: “Si tu hermano peca, repréndelo a solas. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano”. Esto es muy importante, porque San Mateo está afirmando que existe la comunidad, la Iglesia, el convivir y ayudarnos a poner en práctica la Palabra de Dios.

Por eso continúa diciendo el Señor: “Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Que importante es reunirnos en el nombre de Jesús y pedirle que nos convirtamos, que se den en nosotros el espíritu y los sentimientos de Jesús, el perdonar, amar, desprendernos de nosotros mismos, el servir al otro, porque el otro es Cristo.

Qué importante es vivir esto, no con el que te alaga o dice cosas bonitas sobre ti. Ese es siempre tu enemigo (así lo dicen los Padres de la Iglesia). El que dice la verdad, como Jesús, es tu amigo. Él dijo la verdad y fue a la cruz, porque es la felicidad del hombre. Por eso os deseo que en esta pandemia de la que estamos siendo testigos nos ayudemos a vivir la Verdad, a transmitirla, corregirnos y amarnos unos a otros. Así experimentaremos la paz y la alegría, y que Dios es nuestra fuera. De esta manera se puede vivir en familia, en comunidad. Que este espíritu de Jesús esté con Ustedes.

Obispo emérito del Callao