Donald Trump y la metáfora geopolítica del blitz
Donald Trump ha implementado la metáfora geopolítica del blitz. Su geopolítica, una ofensiva equivalente a la Segunda Guerra Mundial o a la caída del Muro de Berlín, puede ser comprendida a partir de una metáfora construida con la lógica del juego de ajedrez rápido o ajedrez relámpago.
El ajedrez rápido es una forma de jugar ajedrez en la cual los jugadores disponen de un tiempo limitado para llevar a cabo sus movimientos. Es más, estamos ante un ritmo de juego tal que este es medido por un reloj. El tiempo define y tipifica el juego rápido. Así tenemos: el normal, el semirápido, el blitz o relámpago, y el bala, que es aún más rápido y más radical. Es decir, Trump es un jugador rápido, que dispone de poco tiempo para llevar a cabo sus movimientos estratégicos, pues toma en consideración el reloj. De ahí su rapidez y agresividad para implementar su política de presión con los aranceles y contra la migración ilegal.
Más aún, el blitz geopolítico de Trump no permite bonificaciones o incrementos de tiempo para sus jugadas. El tipo de ajedrez rápido que más se asemeja a la estrategia de Trump es el sistema Masnou, que radica en el enfrentamiento entre varios jugadores. La idea es que, cuando un jugador pierde una partida, ingresa el jugador de la lista de espera, mientras que el jugador que gana las partidas continúa en su mesa enfrentando a los demás jugadores dispuestos. Por supuesto, el jugador ganador del torneo, o la conflagración, es el que acumula más puntos o más victorias.
Los jugadores de la mesa geopolítica son Estados Unidos; el denominado “eje del mal”, conformado por Rusia, China e Irán; los países limítrofes, Canadá y México; y la ordenación civilizatoria, en donde se encuentra Occidente, conformado por América Latina y Europa continental, además de otras civilizaciones como el mundo árabe-islámico, África subsahariana, Corea y Japón.
La metáfora geopolítica del blitz es frenética e histórica. El propio triunfo electoral de Trump es el resultado de un conflicto interno sin precedentes en una elección presidencial en Estados Unidos, pues la guerra cultural entre el wokismo y el conservadurismo podría ser equiparable a la Guerra de Secesión del siglo XIX. No exagero, ya que se ha llegado a debatir la gran unión americana de los 50 estados.
La geopolítica del blitz es regida por la brevedad del tiempo, al punto de que los cambios políticos de estos meses, e incluso semanas, podrían valer por décadas. Esta geopolítica es definitoria: sus resultados podrían ser jaque mate, abandono, pero difícilmente tablas. Es posible que Trump libre una última batalla, o la conocida en este juego como “muerte súbita” o armageddon.
Pero Trump tiene una fatalidad que convierte su geopolítica del blitz en algo aún más enardecido: él es el jugador de las piezas blancas, que posee más tiempo que sus contrincantes de las piezas negras, pues el reloj es suyo, pero está obligado a ganar en el propio juego, porque, de lo contrario, un resultado de tablas o empate le significaría derrota.
Por lo pronto, la apertura de la geopolítica del blitz es agresiva y podría extenderse de la guerra de los aranceles a la guerra de los puertos. Por supuesto, la geopolítica norteamericana también tiene otras velocidades, algo más lentas, como las propias de la guerra por la supremacía económica y tecnológica. No obstante, por ahora, tenemos a Donald Trump y a la metáfora geopolítica del blitz.
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