ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

“Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas”

Imagen
Fecha Publicación: 31/05/2025 - 20:30
Escucha esta nota

Queridos hermanos, estamos ante la fiesta de la Ascensión del Señor. ¿Y qué nos dice la Palabra de Dios? El libro de los Hechos de los Apóstoles comienza diciendo: “Querido Teófilo, movido por el Espíritu Santo te recomiendo que no os alejéis de Jerusalén y aguardéis a que se cumpla la promesa de mi Padre.” ¿Y cuál es esa promesa? Que van a recibir el Espíritu Santo.
El Señor no nos abandona. Él envía el Espíritu Santo. ¿Y por qué tienen que permanecer en Jerusalén? Porque allí está la comunidad apostólica. Allí es donde el Señor quiere manifestarse, darles el Espíritu Santo.
Esto es muy importante: ¿Qué comunidad tienes tú? ¿Qué comunidad tengo yo? Porque el Espíritu Santo se manifiesta en la comunidad apostólica. Jesús les dice: “No os toca a vosotros conocer el tiempo ni las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad.”
Pero cuando recibáis el Espíritu Santo, ¿qué tenéis que hacer? Bendecir al Señor. Por eso, les dicen los ángeles: “Galileos, ¿qué hacéis plantados mirando al cielo?” ¿Qué hacéis mirando al cielo, si el Señor ya se ha manifestado, si ya ha mostrado su poder? Lo habéis visto marcharse. Bendecid al Señor. Qué importante es esta palabra.
Respondemos con el Salmo 46, que proclama: “Dios asciende entre aclamaciones, al son de trompetas. Batid palmas, tocad para Dios. Dios es el Rey del mundo, tocad con maestría.” En esta fiesta de la Ascensión del Señor en Jerusalén, qué hermoso es esto. Y me pregunto: ¿Qué garantías tengo yo de esta Ascensión del Señor? ¿Cómo asciende el Señor? Ascendiendo, descendió.
Así lo dice San Pablo, y también San Juan de la Cruz: “Dios asciende bajando.” Para ascender, hay que humillarse, hay que descender, hasta lo más profundo del hombre. Esa es la verdad de Jesús. Aquí se asciende bajando. También lo decía Santa Teresa: “Para subir al cielo, hay que bajar primero.”
La segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Efesios, nos dice: “Que el Señor Jesucristo ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama.” Nos habla del discernimiento, de esa capacidad que nace de la fe. Jesús está sentado a la derecha del Padre, no solo en este mundo, sino también en el futuro. Él es la plenitud de su Cuerpo: nosotros.
El Evangelio de hoy, según San Lucas, es genial. Dice Jesús a sus discípulos: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará el perdón de los pecados.” Y continúa: “Vosotros sois testigos de esto.” Pero, ¿testigos de qué? De que ha muerto, ha aparecido, lo hemos abandonado… y sin embargo, ha resucitado. Las mujeres y Juan lo vieron, se postraron ante Él, y volvieron a Jerusalén con gran alegría, y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios. Dio garantías de su resurrección.
Dice el testimonio de un mártir ruso del siglo XX, que sufrió en las cárceles del régimen soviético: “Cuando tengáis problemas, estéis tristes o seáis ofendidos, mirad al cielo.” Y allí encontraréis la paz. ¿Para qué ha creado Dios al hombre? Para habitar en él. Para habitar en ti y en mí. Mirad al cielo. Mirad las estrellas. El cielo nos está esperando, es nuestra Tierra Prometida. Por eso, hermanos, Jesús asciende al cielo bajando, entregando su vida en la cruz, muriendo y resucitando. Y su Espíritu está en mí, y en vosotros.
Por eso, ánimo, hermanos. Esperemos al Espíritu Santo con grandeza, con ansiedad, con hambre y sed. Que Él esté en medio de nosotros, de nuestras familias, y en nuestra comunidad. Que la bendición de Dios Padre todopoderoso, Hijo y Espíritu Santo esté con todos vosotros.

Recen por mí, que lo necesito.

+ Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.