¡Dina, reacciona!
Bueno, Dina Boluarte está en las últimas. Los paros en favor de la seguridad ciudadana han sido contundentes. Su aprobación está en 4%. Según una encuesta internacional de Intercept, es la mandataria con la más baja aprobación a nivel mundial. Lo cierto es que la señora Boluarte nunca ha sintonizado con la opinión pública.
La señora Boluarte asumió el poder cuando el exmandatario Pedro Castillo dio un golpe de Estado, intentando mantenerse en el poder a través de una asonada subversiva que fue sofocada por las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Hubo muchos muertos. Eso no se lo perdonan ni los sectores de izquierda ni los comunistas. Desde entonces, nunca sintonizó con el pueblo que apoyó a Castillo ni con los sectores de izquierda. Nunca Dina pasó la valla del 5% en las encuestas de aprobación ciudadana. Por lo tanto, no es novedad que Dina no sintoniza con la gente.
El problema de la inseguridad ciudadana solo añade una carga más a su impopularidad. La presidencia tiene que asumirlo así: la señora es impopular y debe gobernar con ese peso. Evidentemente, no debería hacer méritos para que esa impopularidad explote y la derroque. Eso depende de ella y de su círculo más cercano. Si suceden hechos lamentables, como la “captura” del número 2 de Sendero Luminoso, anunciada con bombos y platillos por el ministro del Interior y el presidente del Consejo de Ministros, y resulta que el capturado era un pobre homónimo, la credibilidad del gobierno queda seriamente dañada.
Aquí se trata de eso: ni la presidenta ni su equipo tienen credibilidad. Eso hace que la población sea inmune a las estadísticas que presenta el ministro del Interior sobre la efectividad de las medidas contra el crimen. No importa lo que muestren o digan, la gente ya no está dispuesta a creerles. A esto se le llama percepción.
Es cierto que varios medios de comunicación contribuyen a esta percepción, amplificando las voces de los “expertos” en seguridad, exministros y exviceministros, quienes cuando estuvieron en el poder no hicieron nada para prevenir el aumento del crimen y se dedicaron a desmantelar a la PNP, descabezándola. Ahora se presentan como gurús. Además, desde la caída de Montesinos en el 2000, Toledo y los sectores de izquierda desmantelaron uno de los mejores servicios de inteligencia de América Latina, dejándonos sin nada, y reemplazaron a Montesinos en la fiscalía y el Poder Judicial con figuras de su misma tendencia. Eso explica el actual estado de cosas, donde el crimen prospera.
Volviendo a Dina, es increíble y digno de un análisis sociológico y psicológico que casi nadie la respalde y se le atribuyan todos los males del Perú desde la colonia. La señora es la primera mujer presidenta. Es quechua hablante, provinciana y no parece una persona vil. Su único “pecado” parece haber sido quedarse para completar el mandato de Castillo y haberse enfrentado al contragolpe callejero que pretendía reponer al exmandatario en el poder. Ese solo hecho merece el respeto de los demócratas que no queríamos que el comunismo se entronizara en nuestra patria. No olvidemos que a Chávez también lo sacaron, pero regresó con más fuerza y dejó a Maduro, quien se ha mantenido en el poder incluso tras una descomunal derrota en las urnas.
Ese hubiera sido el destino de Perú si Boluarte no hubiera enfrentado el contragolpe de diciembre de 2021 y enero-febrero de 2022. En el análisis de costo-beneficio y con cabeza fría, es mejor que la presidenta se quede el poco tiempo que le queda a que se arme ahora un desorden, como lo buscan los comunistas y los sectores de izquierda para pescar a río revuelto, promoviendo agendas de vacancia que ya empiezan a surgir, apoyadas en la justa protesta por la inseguridad ciudadana.
En cuanto a Boluarte y su entorno, deberían dejar de preocuparse por la impopularidad. Esta no va a cambiar. Nunca hizo “click”.
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