Dina Boluarte y la pervertida política peruana
Que la presidenta Dina Boluarte Zegarra está preparada para ejercer la jefatura del Estado es tan cierto como que su actual rostro no haya sido dibujado por un cirujano plástico. ¡Lo que sí es verdad es que la señora no tiene la más pálida idea de lo que implica gobernar un país! ¡Eso sí es una realidad! No algún malintencionado invento.
Ella fue la única vicepresidenta en la plancha que presidía el proterrorista e iletrado Pedro Castillo, quien, a su vez, heredó la plataforma presidencial que originalmente lideraba el ahora prófugo Vladimir Cerrón. Este, meses antes de las elecciones del año 2021, fue condenado por robarle al país siendo gobernador de la región Junín. Cerrón renunció y fue reemplazado como candidato presidencial por otro rojo como él, llamado Pedro Castillo; y como candidata a la segunda vicepresidencia accedió la fracasada postulante a la alcaldía de Surquillo, Dina Boluarte.
Por cierto, aquella plancha nunca tuvo candidata a la primera vicepresidencia. ¡Una trampa in-cons-ti-tu-cio-nal! ¡Pero esto no interesa a los comunistas! Tanto que ipso facto lo solventó un juez supremo comunista llamado Jorge Luis Salas Arenas; entonces presidente del Jurado Nacional de Elecciones. Esto lo conoció Boluarte, como también supo que Castillo era un maestrillo analfabeto, a la vez que dirigente sindicalista de educación primaria, quien forzó la renuncia de la ministra de Educación de otro absoluto inepto como presidente: Pedro Pablo Kuczynski.
¡Todo esto lo sabía Boluarte! ¡En especial aquello de ser “innecesario saber gobernar” para presidir el Perú! Para ella era –y sigue siendo– peccata minuta. ¡Porque tanto la política criolla como el desmemoriado pueblo peruano se encargarían de solucionarle toda traba!
Todo esto, repetimos, lo conocía de primera mano Dina Boluarte Zegarra. ¡Al punto que la convierte en cómplice del caos que hoy reina en Perú!
¡Pero para superarlo siempre existe el poder! Y mientras la izquierda siga reinando, la ley y la Constitución seguirán amparando a rojos y caviares, la dupla que siempre retuerce a su favor la Justicia y la Carta Magna. Gracias a estas mañas, consiguen que los fulanos designados miembros de la Junta Nacional de Justicia pongan y saquen jueces como camisetas, según operen a favor o en contra de “las grandes causas socialistas”. Finalmente, aprovecharán ese poder para digitar a las incautas mayorías sociales, impulsando a que elijan como futuros legisladores a gente sin intención de promulgar leyes que favorezcan al país, sino normas que privilegien las causas que beneficien a las izquierdas.
Hoy, vacar a Boluarte implicaría infligir un daño aún mayor a la sociedad peruana, a nuestro sistema legal y, fundamentalmente, a la Constitución. Porque, justamente, según la Constitución, Boluarte deberá gobernar hasta el 28 de julio de 2026.
Convénzase, amable lector, la culpa de todos los males que padecemos es solo de los malos electores.
Si de verdad quisiera usted acabar con el caos que seguimos padeciendo hace un cuarto de siglo, prepárese para votar co-he-ren-te-men-te en abril de 2024, evitando hacerlo por rojos (comunistas, socialconfusos, etc.) y/o por los rosaditos (caviares).
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