Diferencia entre mercantilismo y capitalismo
Sobre este tema se ha escrito mucho, pero hay una realidad contundente que puede resumirse en pocas palabras: el mercantilismo busca generar riqueza mediante sistemas que se alejan de la libre oferta y demanda. En el mercantilismo, la riqueza se acapara mediante conquistas, privilegios estatales y monopolios comerciales. En cambio, en el capitalismo la riqueza se produce a través de la generación de valor, la libre competencia, la innovación y la eficiencia.
El capitalismo “químicamente puro” no existe en un mundo imperfecto como el nuestro. Sin embargo, quienes creen en el capitalismo luchan para que este sistema esté lo menos contaminado posible por prácticas mercantilistas.
Es importante entender que la corrupción estatal se origina cuando se acumula riqueza valiéndose de las libertades que el mercantilismo permite. En contraste, el capitalismo, con sus reglas de transparencia, busca que la riqueza se obtenga por medios legítimos, mediante la competencia justa y productiva. Por eso, muchos economistas consideran que el mercantilismo corrompe no solo la política, sino también la economía, al permitir que los privilegios sustituyan al mérito.
El mercantilismo atenta contra la economía de mercado, ya que esta funciona mejor mientras más libre es la competencia. Además, es difícil erradicar el mercantilismo porque no siempre se presenta como delito. Los mercantilistas diseñan sus estrategias políticas de forma que parecen legales, aunque éticamente cuestionables. Intentar eliminar completamente estas prácticas mediante controles estatales puede ser contraproducente, ya que muchos de estos controles acaban promoviendo el mismo mercantilismo que buscan combatir.
Los políticos que logran reducir la corrupción son aquellos que la enfrentan con inteligencia y estrategia, y no con reacciones emocionales. Es importante tener presente que no siempre quienes más acusan a sus rivales de corruptos son los más aptos para luchar contra la corrupción. El mercantilismo ha logrado que muchas conductas no éticas permanezcan dentro de la legalidad, lo que dificulta combatirlo a través de simples denuncias.
Un ejemplo exitoso de lucha contra la corrupción es el caso del ICAC (Comisión Independiente contra la Corrupción) de Hong Kong. Su éxito se debió a que se analizaron a fondo las normas que daban pie a prácticas corruptas, y se reformaron para llenar los vacíos legales y eliminar los incentivos a la corrupción.
Conocer a fondo qué es el mercantilismo permite identificar con mayor facilidad las normas que lo fomentan, más allá de simplemente señalar a quienes se benefician de él. Su verdadera amenaza es lograr que lo no ético deje de ser ilegal.
Por eso, sería valioso que políticos peruanos estudien cómo funcionó el ICAC en Hong Kong para adaptar un modelo de política anticorrupción eficaz. Quienes creemos en la economía de mercado debemos luchar para que esta se mantenga lo más libre posible de interferencias mercantilistas, promoviendo reglas claras, competencia justa y transparencia.
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