“Dichoso el que camina en la voluntad del Señor”
Queridos hermanos, nos encontramos ante el Domingo VI del tiempo ordinario. ¿Qué nos dice la Palabra de Dios en este día? El libro del Eclesiástico nos dice: “Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a su voluntad”. Hermanos, si desea poseer felicidad en tu vida y discernimiento sobre lo que pasa en tu vida, te invito a que vivas la Buena Noticia, el Evangelio. “Ante los hombres está la vida y la muerte, y a cada uno se le dará lo que prefiera”. Esta es la situación ante la cual nos pone Dios para discernir y elegir. Y el discernimiento se nos otorgará si hacemos la voluntad de Dios, es decir, poner en práctica el Evangelio.
Damos respuesta a esta lectura con el Salmo 118: “Dichoso el que camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. Ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley”. Es muy interesante notar lo último que se nos dice, porque si no abrimos los ojos, no podemos contemplar al otro. Somos incapaces de contemplar la belleza de la naturaleza, la humanidad y del hombre mismo.
La segunda lectura es de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios: “Hablamos de sabiduría entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria”. San Pablo nos invita a hacernos pequeños pues desde la humildad podremos contemplar al Señor. Dios quiere hacer de nosotros hombre humildes, sencillos de corazón, sin robar la gloria a Dios.
El Evangelio es de san Mateo nos dice: “No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos”. Debemos vivir y predicar el Evangelio de Cristo. Seamos iconos del Evangelio en los diferentes ámbitos donde nos desempeñemos y seremos así luz para los hombres. “Os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”, Dios nos invita a desnudarnos de la hipocresía. Este mal debilita y atrasa a nuestra Iglesia, pues necesitamos hombre y mujeres auténticos en el amor de Cristo. Los animo a vivir en la verdad, no a medias porque es igual a mentir. Sigamos el ejemplo de Jesús de Nazaret, un hombre auténtico, real que dice la verdad. Hermanos, la verdad nos hará libres y es el camino de la vida.
Este Evangelio interioriza aún más la realidad humana: “Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno”. El Señor nos invita a combatir con nuestros deseos, es decir poner en práctica la Palabra de Dios. Dios quiere que seamos felices, hombres y mujeres con vidas auténticas y capacidades plenas para amar, tal y como ama Dios al hombre.
Te invito a entrar en la contemplación del Señor y que la bendición de Dios descienda sobre ustedes y sus familias.