Diagnóstico temprano y economía de la salud
La semana pasada mi amiga Rosa Aquije, gerente general de PVT Care (representante exclusivo de la británica Newfoundland Diagnostics), reunió a representantes de las empresas de avanzada en la industria farmacéutica para anunciarnos la llegada al Perú de una serie de tests de diagnóstico temprano, que llevarán el sistema de prevención a un nivel superior de acción rápida en la detección temprana de enfermedades, que hoy tienen a nuestros pacientes al borde de un colapso nervioso.
Hoy en el Perú, las pruebas de diagnóstico tradicional deberían demorar entre 15 a 20 días para conocer los resultados de un paciente que llega a consulta médica. Pero en realidad toma entre un mes y dos meses conocer el resultado final. Esto evita consolidar una mentalidad de prevención en salud. Los tests de diagnóstico temprano no son invasivos y el resultado se tiene en apenas unas horas.
Lo más interesante del encuentro fue identificar que estas pruebas de diagnóstico temprano, que ya demuestran su eficacia en otros países de la región, ayudarán a romper el mito de que las mal llamadas “pruebas rápidas” no sirven para prevenir a tiempo varios tipos de cáncer, diabetes u otras enfermedades que necesitamos detectar a tiempo para intervenir adecuadamente y evitar que recién lleguemos a un diagnóstico definitivo cuando se encuentran en fase terminal; herencia adquirida, lamentablemente, tras el nefasto paso del COVID-19.
Lo cierto es que, si realmente queremos consolidar al Perú como un país que previene la enfermedad con una promoción eficiente y una oportuna detección temprana, deben ser los profesionales de la salud los primeros en incorporar el uso de estas pruebas innovadoras en sus consultas. Pero esto no debe quedar allí. El siguiente paso es institucionalizar su uso en manos de los propios pacientes y ciudadanos, quienes deberán incorporarlas en una lógica de autocuidado, lo que debe ir acompañado de una intensa campaña de educación y orientación para convertir la detección temprana de enfermedades en la herramienta más importante que combata la enfermedad, a costos accesibles para todos.
El reto es incorporar estas pruebas en el corazón mismo del sistema de salud, donde la detección temprana se convierte en la primera barrera de contención de la enfermedad. Será fundamental que el diagnóstico temprano se convierta en una obsesión del ciudadano por cuidar su salud, instalando en el imaginario popular que la mejor forma de evitar enfermarse es detectar a tiempo los riesgos (patológicos y económicos) que significan hoy la demora en el diagnóstico.
El análisis costo-beneficio es muy simple. El uso de estas pruebas de diagnóstico temprano permite que ahorremos grandes sumas de dinero del presupuesto público en combatir la enfermedad, evitando que esta se convierta en una triste realidad. Es más económico detectar a tiempo los síntomas invisibles que estas pruebas de última generación visibilizan, para iniciar oportunamente un tratamiento efectivo.
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