Día Mundial del Refugiado en medio de las guerras
Hoy, viernes 20 de junio, en medio de un mundo dominado por las guerras, se celebra el Día Mundial del Refugiado, que fuera establecido por la ONU, visibilizando el trabajo relevante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados – ACNUR desde 1950. Las cifras de personas que escapan del país donde nacen y/o viven solicitando protección de otro (refugiados) o de gentes que huyen internamente dentro del territorio del Estado, es decir, sin salir del país (desplazados), ha llegado al escalofriante número de 123,2 millones en el 2025. La violencia estructural y los conflictos de nunca acabar –a la guerra de Rusia con Ucrania y de Israel contra Hamás o contra Hezbolá, se suma la más reciente, entre Israel e Irán–, han agudizado esta situación hasta llegar a niveles dramáticos. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) provocó cerca de un millón y medio de refugiados llevando esta realidad a la creación del referido ACNUR. Antes fueron palestinos en su mayoría, hace unos poco lustros, sirios e iraquíes, en los últimos años ucranianos, y hoy, iraníes que huyen de Teherán, por el conflicto con Israel. Junto a ellos, están los centroamericanos y haitianos, centroafricanos, congoleños, sudaneses y somalíes. Una cruel y bárbara realidad producto de los conflictos que revela una auténtica tragedia con importantes consecuencias en la sociedad planetaria. La Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo Adicional de 1967 –que definió jurídicamente a los refugiados–, el derecho consuetudinario internacional, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Convención contra la Tortura, obligan a los Estados a acoger a toda persona que solicite protección por la inminencia del peligro de su vida en el lugar donde se encuentre. Junto a los refugiados y desplazados, el ACNUR, estima que existen unos 10 millones de apátridas, una condición más grave todavía que tienen aquellos que no cuentan con una patria –no pertenecen a ningún país o lugar–, ni se les reconoce o si prefiere, se les niega, derechos en otra nación o territorio. Con todo lo anterior, el problema persiste, pero en la medida que es un asunto que colisiona con intereses de Estados poderosos o relevantes en diversas partes del mundo, entonces, no hay voluntad para abordar su problemática desde un animus profundo y transversal. Seguiré insistiendo desde esta columna de la necesidad de llevar adelante una cumbre planetaria, tal como se hizo durante la Conferencia Intergubernamental para el Pacto Mundial sobre Migración de Marrakech, Marruecos (diciembre, 2018), para discutir el problema sin evasiones. El tema de los refugiados y el de los apátridas es tan importante como del medio ambiente, lucha contra el terrorismo, o la lucha contra el narcotráfico. Corresponde abordarlo en su exacta dimensión. A pesar de las normas internacionales existentes, no puedo sustraerme de recordar que el gran debate es determinar qué es primero, la soberanía del Estado para decidir sobre los ingresos en sus fronteras o el derecho humano de los refugiados, siempre vulnerables.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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