Deus sive natura
Baruch Espinoza, en su monumental y revolucionaria obra Ética demostrada según el orden geométrico (1670), sacrílega para los judíos ortodoxos, propuso que Dios y naturaleza es una única sustancia; que la naturaleza lo es todo; que no es un ser antropomorfo que juzga, castiga, premia ni interviene; pero que lo posibilita todo.
Así, irónicamente, en un triste ejercicio de paralelismo, sostengo que la democracia peruana también lo posibilita todo; veamos por qué.
Efectivamente, en nuestra política, nuestra democracia chicha, ningún partido político está sujeto a ortodoxa ideología; la alta dirigencia partidaria no tiene claridad o ignora conceptos básicos de la ciencia política, legislación, economía o administración pública; no tiene la mínima idea, no le interesa cuál sería el nuevo paradigma político mundial que en estos momentos se está configurando.
En la democracia peruana existen ya 43 partidos de propiedad de iletrados, analfabetos en ciencia política, delincuentes de toda calaña, pero libres de censura, porque la legislación, nuestra democracia “lo posibilita todo”.
¿Espinoza habría imaginado la prolificidad de una democracia como la peruana? Es increíble que hayan surgido políticos que se autoidentifican comunistas pero que son fervientes cristianos; o que existan férreos guerreros sociales blandiendo la bandera de la lucha de clases: marxistas, leninistas, maoístas, mariateguistas empresarios con propiedades en tierras imperialistas; demócratas de derecha e izquierda, mochasueldos defensores de los trabajadores, sufridos representantes del pueblo que lo mantiene prisionero de la pobreza y rehén de sus promesas.
En nuestra democracia espinozista, todo es posible. Muestra de ello es que, existiendo el triunvirato de entidades electorales y conociéndose de la existencia de firmas falsas para la constitución de los partidos políticos, ninguno de estos será juzgado ni sancionado.
La respuesta es que vivimos en la democracia de Baruch Espinoza en la que todo es posible, pero donde el dios, la democracia, no fiscaliza, no juzga, no perdona, no sanciona.
Nuestra democracia es una donde las empresas corruptas, como Odebrecht, pueden corromper a políticos a cambio de beneficios contractuales lesivos para el país; donde los jueces y fiscales se venden por dinero sucio, por el pago o permuta de favores de todo tipo.
En nuestra prolífera posibilitadora democracia, los medios de comunicación se alían con los políticos de su preferencia y conveniencia sin que haya sanción o condena social ni penal.
En esta tierra fértil, donde todo es posible, los políticos defienden al delincuente, le prometen beneficios y comodidades carcelarias, pero condenan a sus víctimas a las mazmorras de la injusticia y el desamparo.
Quijotes, irónicamente, valiéndome de la visión cuasi panteísta de Baruch Espinoza e incorporando la perspectiva pesimista nihilista de Arthur Schopenhauer, con estas breves palabras intento graficar la realidad política chicha peruana, en la que todo es posible, nada es congruente, lo malo es bueno, el corrupto es entrevistado cual rock star, el político basura pretende ser presidente, congresista, alcalde o gobernador regional.
Querido Espinoza, tengo duda de que tu racional e iluminado pensamiento racionalista concibiera posible que tu Dios, la naturaleza, posibilitara que existiera, se reprodujera y gobernara una clase política chicha delictiva como la peruana… ¡la que mi espíritu quijotesco anhela destruir!
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.