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Después de Haya, ¿qué?

Fecha Publicación: 03/02/2020 - 21:50
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Al fin de la batalla
Y muerto el combatiente, vino hacia él un
Hombre
Y le dijo: “¡No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“¡No nos dejes!¡Valor!¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo

Entonces, todos los hombres de la tierra le
rodearon; les vio el cadáver triste,
emocionado incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar.
[César Vallejo. 10 Nov. 1937]

Como en la tragedia shakesperiana, imito a Antonio y también pido la atención de mis conciudadanos en el funeral de nuestro César, pero no para sepultarlo sino para ensalzarlo. Ha muerto Haya de la Torre. Sí. Increíble. Y aunque los pueblos que despierten soñarán junto a él, ha fallecido la fuente misma de la vida política del Perú de los últimos ochenta años. Sin exageración facciosa podemos decir que ha muerto el peruano más ilustre de todos los siglos sea de la Patria mítica, sea de la Patria histórica. La vida del Perú se tejerá hasta que nos extingamos o desparezca la escritura en torno a Víctor Raúl, hijo de Raúl y Zoila Victoria, nacido el veintidós de febrero del año mil ochocientos noventa y cinco en casa de hijosdalgos de solar conocido.

Caso extraño el suyo; el de alguien que deja un melgar profundo tras su tempestuoso paso por la tierra sin haber llegado al Poder. Todos los hombres de la estructura caudillesca e intelectual de nuestro, para siempre, Jefe, llegaron al Gobierno. Allí están en el olimpo Lenin, Mao, Bonaparte, Bolívar, Trotski, Perón, Mussolini. Quizás, él, esotérico, visionario, premonitor, lo vaticinó en su antológico discurso del ocho de diciembre de mil novecientos treinta y uno cuando dijo:

Quienes han creído que la única misión del aprismo era llegar a Palacio, están equivocados. A palacio llega cualquiera porque el camino de Palacio se compra con oro, o se conquista con fusiles. Pero la misión del aprismo era llegar a la conciencia del pueblo antes que llegar a Palacio. Y a la conciencia del pueblo no se llega con oro ni con fusiles.

Y así fue. Desde esas frases hasta hoy transcurrieron ochenta años y ni Víctor Raúl ni el APRA llegaron a Palacio ni al Poder, salvo el espejismo de supralegalidad insular que fue la Constituyente. Todos esos años están jalonados por Sánchez Cerro, el de la zoocracia y el canibalismo, según More; por Benavides, inclemente en el acosamiento de Haya.