¡Desprotegidos ante cualquier cataclismo!
En el hemisferio norte, este verano sería el más tórrido que registre la estadística mundial. El cambio climático ya no es un problema a futuro. Las temperaturas mínimas, tanto diurnas como nocturnas, han batido récords, impidiendo que las personas se recuperen del calor durante la noche. El mar Mediterráneo presenta temperaturas superficiales bastante más altas que los indicadores históricos. En nuestro hemisferio, vemos que el invierno costero viene mostrando un comportamiento anormalmente frío y lluvioso.
Todo esto exige concretar urgentes programas de acción, como instalar sistemas de alerta temprana; programas de protección urbana; incorporar infraestructura verde como parques inundables, techos y pavimentos permeables; espacios públicos con vegetación, sombra y fuentes de agua potable; infraestructura térmicamente apropiada; defensas costeras, así como la construcción masiva —provista de acceso rápido y seguro— de refugios con sistemas de drenaje inteligentes. ¡Como existen en la mayoría de países! De la misma manera, que los currículos escolares y universitarios incluyan alertar a los estudiantes frente a alguna eventual tragedia por acción de la naturaleza.
Chile, que soporta un clima semejante al nuestro —y padece igualmente de los embates de temblores/terremotos—, viene construyendo una red de ciudades resilientes y desarrollando planes locales de adaptación en sus zonas áridas y costeras, apelando a planes locales de adaptación en zonas vulnerables áridas y costeras. Para ello ha aplicado a diversos fondos internacionales de financiamiento climático.
Recordemos que, en cuanto a sismos de magnitud, la última década ha registrado eventos notables: Chile, año 2014 (8.2); 2015 (8.3); 2021 (7.1); Perú, año 2019 (8.0). En lo que va del 2025, en el Perú se han registrado 313 sismos: 76 en enero; 79 en febrero; 81 en marzo; 61 en abril y 16 entre el 1 y el 6 de mayo. Las magnitudes oscilaron entre 3,5 y 5,4. Nuestra región sigue siendo una de las más activas del mundo, debido al dinamismo de la placa de Nazca debajo de Sudamericana.
Ante la probabilidad de nuevas olas de calor —como parte de la nueva normalidad climática—, Perú necesita prepararse para un aumento referido a males mortales, o a abastecimientos alimenticios y/o a consecuencias económicas —como baja de producción/exportación agrícola— ante eventuales crisis por efectos de sequías y/o inundaciones. Estas últimas, generadoras de coyunturas, incluso, devastadoras.
Asimismo, debemos habilitar nuestros hospitales con camas UCI, harto oxígeno y plantas de generación eléctrica, para mantener activas las salas de operaciones; incluyendo aires acondicionados para enfriar los ambientes y minimizar los contagios.
Sin embargo, a criterio de este escriba, lo más importante sería sumar esfuerzos para que el país cuente con una extensa —bien ubicada y claramente identificable— red de refugios a nivel nacional, que alberguen a aquellas familias que sufran el derrumbe de sus viviendas como consecuencia tanto de sismos, huaycos o incluso frente a la posibilidad de grandes incendios. Resulta inaceptable que un país tan vulnerable a tragedias naturales —como el nuestro— no cuente con esta infraestructura fundamental para hospedar a su ciudadanía en estos trances. Ese desprecio dice mucho del maltrato de los gobernantes a sus gobernados.
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