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¡Despertemos ya!

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Fecha Publicación: 15/10/2024 - 22:00
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Para nadie con dos dedos de frente puede caber duda de que la actual demolición institucional y moral, que continúa llevándose a cabo como práctica de este nefasto gobierno Castillo 2.0, está creando las condiciones para un futuro desastre nacional.
¿Qué va a quedar en pie en el Perú luego del paso del Huracán “Dina”? Este ha continuado con la destrucción de nuestra Policía, ha empoderado la desinstitucionalización con su inacción y su propia corrupción, y ha degradado una administración de justicia que rezuma como un miasma, pues la pus se ve por todos lados. Se habría coludido con gobiernos regionales igualmente corruptos, acrecentando en el sur de la patria un sentimiento de rechazo a Lima, entre otras cosas, por el denodado esfuerzo de la autora del huracán. La economía ha funcionado gracias al piloto automático que se estableció muchos años atrás, sin que se hayan tomado decisiones importantes para atraer los capitales que necesitamos con urgencia para nuestro desarrollo nacional.
Este gobierno, en la más clara demostración de cinismo y amoralidad, pretende presentar como logro suyo el megapuerto de Chancay, arrogándose, como para variar, avemarías ajenas. Este es un proyecto del 2007, que va a cosechar este gobierno incapaz, el cual no ha podido convertir el entorno urbano ni los extramuros de este megapuerto en algo digno y decente en términos de infraestructura y menos aún en conectividad. Ni eso ha podido.
Que llegaremos a las elecciones del 2026 es un hecho. Lo garantiza esa convivencia a espaldas del país, entre un Ejecutivo desconectado de la realidad y repudiado por los ciudadanos. Nuestro Perú está patas arriba, al revés: es el absurdo cotidiano. Mandan las cárceles y su población, de la que dependen jueces y fiscales, y a veces la propia policía. El INPE es una sigla desprovista de autoridad y de realidad en esta caricatura de gobierno, que sigue tejiendo la “media media Ron Ron”, ignorando las lágrimas de su población, y que sostiene que, como no hay trabajo, se tiene que robar.
El país está puesto de cabeza, al revés. Imaginemos que Tumbes limita con Chile, Tacna con el Ecuador, que el Callao es un puerto amazónico y que Iquitos tiene vista al Océano Pacífico. Esto es una locura. Pero es lo mismo que acabamos de ver en el paro de transportistas, cuando trabajadores del transporte, pequeños empresarios y la población en general, que simplemente claman por seguridad para su propiedad y su vida, han sido reprimidos eficientemente. Si el inverosímil ministro del Interior reprimiera a los sicarios, extorsionadores y demás criminales como lo ha hecho contra los ciudadanos que le pagan su sueldazo, tendríamos algún resultado en la lucha contra un flagelo que ya podríamos equiparar con el terrorismo de los 80’s, o por lo menos la captura del waiky de Junín.
Y en medio de ese manicomio, una presidenta que ora vive en Palacio de Gobierno, ora en un quirófano en manos de cirujanos estéticos. ¿A dónde esperamos llegar?
El único consuelo y esperanza es que, de esta crisis sin precedentes, salga gente nueva y sana que jubile a estos sinvergüenzas, aventureros y corruptos que pueblan los otrora poderes del Estado. Y que más tarde, con una democracia recuperada, podamos impulsar una profunda profilaxis en nuestro país, buscando tener instituciones que garanticen una vida de paz y progreso para 34 millones de peruanos. Es lo menos que nos merecemos… ¡Despierta, Perú… despierta!

Por Francisco Calisto Giampietri

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