Descansa en paz, Giovanny Gómez
No tengo una foto con Giovanny Gómez, pero sí su firma que es como darle la mano a su personalidad, a su carácter, a esa voluntad que determinó la realización del Festival Internacional de Poesía Luna de Locos, acaso la máxima expresión de la gestión cultural en Pereira. Recibí la carta de invitación el 14 de agosto del año pasado, firmada por él y por mi admirado hermano Federico Díaz-Granados, quienes en el corazón de la pandemia, nos entregaron una lección de fraternidad, una prueba contundente de que sí es posible apostar por el colectivo desde la poesía: los festivales Luna de Locos y En las líneas de su mano, se unieron para sacar adelante aquel maravilloso ciclo de recitales y conversatorios al que bautizaron con un verso de Raúl Zurita “América es un mar con otro nombre”.
Tuve el honor de ser convocado por ambos a un panel donde coincidí, el 1 de septiembre, con Lauren Mendinueta (Colombia), Mario Meléndez (Chile), Rolando Kattan (Honduras), Xavier Oquendo Troncoso (Ecuador) y Juan Arabia (Argentina). Días después Raúl Zurita recibía el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y Rolando Kattan el Premio Casa de América de Poesía americana. A Giovanny lo había leído, sabía de él por Federico y Gabriel Chávez Casazola, lo veía en fotos con los miembros de una generación que hizo del desplazamiento su signo, la asimilación de ser una generación ciudadana del mundo; veía fotos de Giovanny con Alí Calderón y Mario Bohórquez en Rusia, con Andrea Cote y Federico Díaz-Granados en Bogotá, con Xavier Oquendo en el Líneas de su mano; observaba su expresión de hombre iluminado por esa empatía propia de aquellos soñadores que echaron raíces con el aliento intemporal de la alegría.
Yo no conocí a Giovanny Gómez, pero hoy que supe de su retorno a la eternidad me he quebrado con la tristeza de los años que lo esperaban en todas las ciudades, con el dolor de nuestra generación que ahora lo llora con la impotencia de tanto amor y no poder hacer nada contra la muerte. No conocí a Giovanny Gómez, pero tengo su firma, su mano invitándome a la fiesta y, ahora más que nunca, le doy la razón a Omar cuando decía que la poesía para qué puede servir sino para encontrarnos. Vuela en paz, Giovanny, los que ahora te lloramos nos secaremos el llanto volviendo a tus fotos o a tu firma, retornando a tu poesía, leyéndote como locos, tú no te vas Giovanny, tú regresas. Finalmente, la luna también es un mar con otro nombre.