Derrota de Petro, enemigo del Perú
Los candidatos afines a Gustavo Petro, presidente de Colombia, líder del Pacto Histórico, han sido derrotados en los comicios del domingo 29 de octubre, donde 23 millones de ciudadanos eligieron 32 gobernadores, 1,102 alcaldes y 12 mil concejales.
Comenzando por la alcaldía de Bogotá, que ganó el exsenador Carlos Galán del Partido Nuevo Liberalismo, con 48% de votos, relegando al tercer lugar a Gustavo Bolívar, que obtuvo 18%; en Medellín, Federico Gutiérrez alcanzó 73% de sufragios y el oficialista Juan Carlos Upegui 9%; en Barranquilla, otro conservador, Alejandro Char, recibió 73.32% de respaldo y el petrista Antonio Bohórquez 9.36%; y en Cali, Alejandro Eder, de centro derecha, 40.54 %, cuatro veces más que el izquierdista Denis Rentería, que orilló 11%.
En las gobernaciones, el Pacto Histórico se impuso en los departamentos de Nariño y Amazonas y si se incluyen movimientos cercanos al régimen podría agregarse tres más.
La derrota estuvo precedida por la caída de Petro en las encuestas, medida por la empresa de investigación Inmaver, que registró que al comenzar su mandato tenía un rechazo del 20% y ahora esa cifra es de 61%.
Como bien anota el editorial del diario El Heraldo, la votación ha sido “un llamado a la moderación, al consenso y, sobre todo, a abandonar el sectarismo, la exclusión y la banalización de la política”.
Las elecciones han sido, asimismo, un modo de plebiscitar a un gobernante que hace del engaño y la confrontación un estilo corrosivo de la política y que hoy afronta una investigación en la Cámara de Representantes por supuestamente recibir dinero de mafiosos y narcotraficantes durante la campaña electoral, versión que apuntala su propio hijo Nicolás y esposa.
Este comportamiento autoritario, errático, destructivo, tuvo un primer impacto cuando rompió la alianza parlamentaria con partidos tradicionales y su proyecto de reforma laboral fue rechazado en el hemiciclo.
Igualmente, fracasó en lograr amnistiar a sus simpatizantes, los “jóvenes de la primera línea”, implicados en manifestaciones violentas, bloqueo de carreteras y agresión a la Policía durante el régimen de su antecesor, Iván Duque, fracaso que lo llevó a confrontar ruidosamente con el Poder Judicial y la Fiscalía.
En nuestro país conocemos muy bien a Petro por su incondicional apoyo al golpista Pedro Castillo, por sus artimañas y mitomanía. Sostuvo, entre numerosos infundios, que el profesor chotano fue vacado por un golpe parlamentario y detenido sin orden judicial, farsas a las que sumó la grave ofensa de afirmar que nuestra policía “marcha como nazis contra su propio pueblo”.
Esos agravios y el desconocimiento de la sucesión presidencial provocaron que el Congreso lo declarase persona non grata y la Cancillería hiciera lo mismo con su embajador en Lima, obligándolo a retirarse del país.
Los resultados comiciales en Colombia, además, constituyen otro duro revés para el bloque del socialismo del siglo XXI.
En Ecuador triunfó Diego Noboa, miembro de una de las familias más ricas de su nación, comprometido con la economía de mercado y la inversión extranjera, que derrotó a la representante del correísmo, Luisa González; en Venezuela, la lideresa social demócrata María Corina Machado obtuvo 93% en las primarias y la encuesta de Megánalisis proyecta que vencería a Maduro por una aplastante diferencia de 4 a 1 ( 50.1% contra 12.1%); en Bolivia, el presidente Arce y su promotor Evo Morales están enfrascados en una violenta confrontación que incluye acusarse de la caída de la producción gasífera y de liderar el tráfico de drogas.
Nos alegramos, de verdad, de estos episodios, porque abren un camino venturoso para la libertad, los derechos humanos y la democracia hemisférica.
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