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Derecho y revolución biológica

Fecha Publicación: 15/09/2019 - 22:10
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Hace pocos años el mundo celebraba el descubrimiento del genoma humano, con ello se lograría descifrar el gran código genético, algo así como el Libro de la Vida; hace medio siglo Neil Armstrong caminó en la luna, ahora es algo que poco llama nuestra atención, quizá pase lo mismo con el Proyecto Genoma Humano, dentro de unas décadas significará muy poco. Con esperanza podríamos decir que, al tratarse de nuestra genética y nuestra biología, estamos hablando de nosotros mismos. La tecnología, sin duda, afecta a nuestras vidas, la tecnología se vuelve cada vez más precisa y potente, y -ahora- la estamos utilizando en nosotros mismos; así como hemos sido capaces de transformar el mundo que nos rodea y conseguir cosas que creíamos imposibles, la revolución tecnológica ha llegado a la medicina y a la genética. Está cambiando la forma de tener hijos, está cambiando la forma de manejar y alterar las emociones, ha cambiado el concepto de esperanza de vida; ¿seguimos o seguiremos siendo humanos? En la presente era, dos revoluciones han sucedido y vienen sucediendo: la revolución del silicio, el segundo elemento más abundante en nuestro planeta después del oxígeno; es innegable el gran cambio que han generado en nuestras vidas los artículos elaborados con algo que proviene de la arena inerte a nuestros pies. Una de las consecuencias de esa gran revolución es la revolución biológica, la misma que abarca la genética, la proteica, la metabólica, y muchos etcéteras. La revolución en biología viene tomando el control de nuestra evolución, utilizando tecnología para limitar el envejecimiento, a veces no vemos con claridad hacia dónde iremos; algunos cambios ya son evidentes: la medicina preventiva viene identificando aquellos factores de riesgo que tenemos como individuos, ya se vienen elaborando medicamentos en función a nuestra complexión individual, lo mismo ocurre con la dieta y suplementos nutricionales; pero, ¿estaremos en la capacidad de atender las demandas individuales de todas las personas que habitamos nuestro planeta? Primero tendríamos que asumir que no todos somos iguales, generando con ello una discriminación de alcance global, surgirán superpoblaciones y subpoblaciones. Otros puntos importantes vienen a ser la modificación de las emociones y la reproducción. Sildenafilo (Viagra), Fluoxetina (Prozac), Metilfenidato (Ritalin), entre otras sustancias, vienen cambiando la vida a millones de personas de todas las edades, refutando -quizá- a la naturaleza misma. Hoy es posible elegir los genes de nuestros hijos, en una suerte de “rediseño humano”, se pueden detectar los embriones para implantar los “óptimos” y descartar los “defectuosos”, se podrán evitar de esta manera las enfermedades congénitas; esto podrá ser usado por quienes tienen problemas de infertilidad, pero también por los ricos que quieren proteger a sus hijos, podría ampliarse a la posibilidad de elegir personalidades, emociones, rasgos, cromosomas artificiales o adicionales, etc. Todo ello dentro de la gran revolución de la ingeniería genética. No todo lo que puede hacerse debe hacerse, pero en el caso de las tecnologías no siempre funciona así, la tecnología genética es un derivado de la investigación médica convencional, por ello tiene grandes fuentes de financiamiento; por otro lado, como humanos que somos, intentamos usar la tecnología para mejorar nuestras vidas; es inimaginable no usar la tecnología cuando la tenemos a nuestro alcance, se pueden prohibir los abusos y lo que se conseguirá será sacar de la vista este tipo de cosas, reservándolas para los más poderosos; ha surgido un gran problema para el derecho, la política, la cultura, la religión y la filosofía, será necesario un amplio debate de este tema y pensar en un gran consenso. Es muy peligroso dejarse seducir por este tipo de tecnologías y perder el contacto con el ritmo natural de nuestra biología y nuestra salud. Frente a esta gran revolución se hace presente una contrarrevolución: ha surgido un gran interés por los productos naturales, medicina ancestral, dieta balanceada, todo aquello que calificado por la industria farmacéutica como “no científica”. En todo este esfuerzo existe ayuda de las nuevas tecnologías en la recopilación de la información y su procesamiento en bien de la salud humana. Queda claro que estamos reelaborando nuestra biología, vamos a cometer muchos y graves errores, así funcionan las revoluciones tecnológicas. Concluiré, una vez más, con la siguiente pregunta: ¿estamos los abogados preparados para estos retos?

Ph.D. CEO de @SophiaEPG