Derecha: ¿unidad?
Algunos líderes de la derecha han iniciado la temporada temprana de buscar alianzas electorales con grupos afines con miras a las presidenciales del 2026. Un desconocido Añaños se une al PPC, López Aliaga conversa con fuerzas regionales para robustecer Renovación Popular, la caviar Marisol Pérez Tello se embarca en un partido ya inscrito porque no pudo inscribir el suyo y apela a la unión del “centro”, en fin. Lo cierto, lo concreto y lo real es que a lo que se llama derecha o centro en el Perú siempre le ha ido mal electoralmente cuando ha hecho en alianzas para no “dispersar” el voto. Uno de los ejemplos más recordados es el estrepitoso fracaso del FREDEMO.
Esta alianza electoral de fines de los 80 del siglo XX convocó a los tres grandes partidos de derecha de entonces: Acción Popular, el PPC y el Movimiento Libertad que puso al candidato presidencial, nada menos que el hoy nobel Mario Vargas Llosa. ¿El resultado? Un desastre total. Vargas Llosa no llegó ni a un tercio de los votos en la primera vuelta y con él quedó en la balota un ingeniero nikei virtualmente desconocido llamado Alberto Fujimori. La historia ya es conocida. Ganó Fujimori.
Muchos años después, Lourdes Flores replicó la idea del FREDEMO con Unidad Nacional, teniendo como pivote al PPC. No llegó a la segunda vuelta en las elecciones del 2006 y perdió contra Villarán las municipales por Lima el 2010. La alianza Apra-PPC que trató de convocar al centro político también fracasó nada más que con Alan García a la cabeza. Baste estos ejemplos para recordar que la tesis de una derecha o centro-derecha unida para no dispersar el voto, en el Perú al menos, es un mito. ¿Por qué se insiste en ello?
El error radica en que se cree que el electorado vota por principios, programas o ideologías políticas cuando la mayoría de peruanos, sobre todo hoy, no sabe cómo se come ese plato. Como en el Perú la política es antropomorfa, los electores de derecha buscan un líder carismático que les ofrezca orden y seguridad que les permita llevar una vida en paz en su día a día, y los electores en general quieren encontrar un conductor, no interesa si es de izquierda o de derecha. Por eso los más avispados son los fujimoristas que siempre van solos aunque se les queme el pan en la puerta del horno, por lo menos desde la caída del fujimorato. Y esto porque el liderazgo de Keiko Fujimori no ha terminado de cuajar, amén del antifujimorismo irracional alimentado por los caviares desde hace 25 años.
Así pues, todos los esfuerzos preelectorales de unidad de la derecha y centro-derecha son inútiles hoy y en la víspera de las elecciones generales porque además el electorado peruano no tiene fidelidades partidarias, principistas ni ideológicas. ¡Acaso no se entiende que la mayoría decide su voto en la cola de la cámara secreta! Lo mejor entonces para ese espacio político es que cada liderazgo compita solo sin preocuparse por la cantidad de aspirantes que se presenten. El elector elegirá el menú de acuerdo a la gravitación del candidato porque a nadie le gusta que le impongan un plato.
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