Democracia y simbiosis
No cabe duda que en el estallido de las masivas protestas a lo largo de Latino América están infiltrados los castro-chavistas, pero la gran masa que reclama en las calles no comulga, necesariamente, con el fracasado modelo comunista generador de mediocridad y miseria en todos los países donde este se implantó. ¿Qué está pasando? ¿La democracia liberal se ha excedido en su “libertad”? ¿El capitalismo salvaje del que tanto alertaba el Papa Santo, Juan Pablo II es ya indomable?
No es el modelo económico lo que indigna y rebela, sino la distorsión abusiva de este para beneficio de los menos. No es por desprecio a la democracia que la gente llena las calles o aplaude golpes como el de Vizcarra, sino la democracia parásita existente solo para algunos. En 1986 la notable bióloga norteamericana Lynn Margulis (1938-2011) reveló junto a su esposo Carl Sagan algo que sacudió a la élite científica: afirmaron que “la vida no conquistó el planeta combatiendo, sino por trabajar unidos”. Hoy quienes trabajan unidos son los pillos empresarios capaces de vaciar las entrañas de la Pachamama; los constructores cuyos sobrecostos de obras necesarísimas superaron más de 500% el presupuesto original en un país donde uno de cada cuatro niños es anémico y la gente muere de frío, de hambre, por falta de acceso a los servicios de salud y a un trato igual ante la justicia. Es urgente levantar el velo de impunidad protector del sector privado, de esos que saquean y saquearon a sus propios países. La recta administración de la justicia es fundamental para la solidez democrática. Todos los países en los que el “huracán bolivariano” arrecia padecen una justicia-injusta, están desde hace buen tiempo polarizados, y en ese envenenamiento del alma nacional ha jugado un papel nefasto la gran prensa globalista. Por esa grieta de descontento, frustración, indignación y desesperanza, se infiltraron espías cubanos y venezolanos (agentes del comunismo de Castro y Chávez), en nuestro caso ni siquiera se oyen las voces de las vertientes mariateguistas propias de nuestra realidad.
Quizá sea tiempo de poner en práctica lo que dijo la bióloga Margulis, que tiró por los suelos la teoría de la evolución de Darwin (1809-1882) de la “competencia”; Margulis demostró que la evolución dependió de la simbiosis, es decir de la cooperación, interacción y dependencia mutua entre los organismos; una asociación en la que los integrantes se benefician los unos a los otros. Esa es la democracia que necesitamos construir de cara al Bicentenario, decente, simbiótica, enriquecida por el disenso y no asfixiada por el pensamiento único.