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¿Democracia indolente?

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Fecha Publicación: 29/06/2024 - 22:00
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Para quienes sobreviven en lo alto de los cerros de Lima, en la miseria, con la única esperanza de tener un pan para calmar el hambre; democracia es apenas una palabra cuyo significado desconocen.

Sus viviendas son cuartuchos de cartón desechado, maderas podridas y techos de bolsas de plástico, tablones y papel periódico. ¿Viviendo así puede interesar si gobierna un tirano, un rey o un payaso?

Las reformas del presidente Alberto Fujimori (1995-2000) y las estrategias del dos veces presidente Alan García, en su segundo gobierno (2006-2011) redujeron conjuntamente la pobreza en 28%. A la llegada de Fujimori al poder 55% de peruanos eran pobres, para el 2000 es situación se redujo en diez puntos porcentuales.

En el segundo Alanismo (2006-2011) dejaron la pobreza 18%. Fujimori y García sacaron de la carencia a millones de compatriotas. Luego del segundo alanismo todo fue ir cuesta abajo y para 2022 siete de cada diez peruanos eran pobres, la clase media prácticamente dejó de existir.

Millones de peruanos en pleno siglo XXI viven en condiciones inhumanas, la democracia es apenas una realidad perpetua de arduo trabajo informal, enfermedad, privaciones sin acceso a los servicios básicos del Estado, cada vez más grande y voraz.

Los trabajos temporales y precarios son la norma, con jornadas agotadoras y mal pagadas que apenas permiten subsistir. La esperanza de un futuro mejor no existe. Los habitantes de esos cerros no pueden soñar con una vida digna, porque que no logran imaginar vivir fuera de la precariedad. ¿Qué les interesará la democracia si solo dos presidentes se ocuparon de ellos? Y a uno de ellos le llaman dictador, genocida y al otro corrupto y ladrón. ¿Se dará cuenta la gran prensa que sus odios viscerales y mentiras sobre Fujimori y García, pavimentan el camino a Palacio de un tirano ultra corrupto?

Las promesas de los líderes políticos, las elecciones y los discursos son irrelevantes. La democracia, en teoría un sistema de gobierno para el pueblo, por el pueblo y del pueblo, no llega al pueblo pobre. La miseria, la desigualdad, la falta de oportunidades y la indiferencia de todos han erosionado la fe en el sistema.

En tales condiciones, el cansancio de la democracia se manifiesta en la fatiga y la desesperanza. Es el cansancio de saber que, sin importar quién esté en el poder, nada cambiará.

La democracia será una realidad cuando vaya más allá de las promesas y sea acción concreta, en políticas que realmente mejoren la vida de los más necesitados, proporcionando los servicios básicos, garantizando empleos dignos, ofrecer oportunidades y un espacio para soñar que puede salirse del arenal.

¿Por eso será que la prensa ataca tanto a un gobierno y a un alcalde que están tratando de mejorar la calidad de vida de los menos favorecidos, de los millones caídos bajo la línea de pobreza gracias a últimos presidentes que resultaron peores que el Covid-19?

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