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Democracia al estilo socialista

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Fecha Publicación: 04/03/2019 - 23:00
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La presencia de tanto falso valor enquistado en las alturas del poder político y mediático del Perú es la razón principal de que estemos como estamos: estancados en el fango de la nadería y el estiércol de los pendencieros que han secuestrado el Estado. Esta es la génesis de nuestro caos. Estamos dominados por una secta de politicastros zigzagueantes y sinuosos propietarios de medios que intoxican a la sociedad. Una sociedad contaminada por tránsfugas ideológicos y corruptores consuetudinarios vestidos de moralistas. Gente que denuncia a quienes practican sus propias depravaciones, pero parapetada detrás del sector político, económico o mediático que representa. Gente envanecida por aquella conducta valetodo tan típica en los segmentos socialistas que se autoprotegen al estilo mafioso. El caso del congresista Lescano –quien ha forjado su carrera política justamente a base de autocalificarse como paladín de la moralidad y defensor de los derechos de la mujer– es un producto más de esta incongruente nación llamada Perú.

Pero también hay mucha gente que conforme pasa el tiempo, vive larvando más perversiones y rumiando sus complejos en función a mimetizarse entre los sectores ondulantes que ostentan el poder, para convertirse en aquello que nunca fueron. Aunque ahora perjuren que sea al revés. El ejemplo más claro es el de estos ejércitos de antifujimoristas y antiapristas contemporáneos que, años atrás, fueran acérrimos apologistas no solamente de Alan García y de Alberto Fujimori, sino del mismísimo Vladimiro Montesinos. El antifujimorista, igual que el antiaprista, es generalmente un ser traumado por su pasado. Su amaneramiento antagonista es pues fingido. Pura pose. La motivación de su travestismo es claramente cosmética. Necesita reinventarse alineándose con aquellas parcelas del poder que le bajaron el dedo al Apra y al fujimorismo. Ambos cotos de señorío –unos renegantes del Apra y los otros del fujimorismo– esencialmente están integrados por exvotantes del centro derecha, y de la derecha plena, sin apellidos. Pero en el Perú actual, estos segmentos lamentablemente carecen de principios y valores. Sobre todo, de coraje. Sólo saben sobrevivir como sumisas sanguijuelas de las capas dominantes. Sirven apenas como una suerte de alcanzarrejones del poder de turno. Y esto los obliga a someterse al dictado del jerarca del momento. Se luce más escandalosamente en los medios de comunicación, donde quienes escriben, narran y comentan únicamente expresan la voluntad de una autocracia trajeada de democracia. Están forzados a satisfacer el interés del encumbrado de la época, como condición sine qua non para exhibirse como “alguien” en esta atribulada nación.

Los antis no conocen bandera ni respetan principios. Navegan según el viento que les sople la supremacía gobernante. Son gente desarraigada ética y doctrinalmente. Pero eso sí, sedienta de poder. Este clan, perversamente arraigado como el verdadero poderío en el Perú actual, está formado exclusivamente por la progresía marxista –los caviares– que se nos enquistaran del brazo del corrompido Toledo. En conclusión, el mando del Gobierno lo ejerce abusiva e inconstitucionalmente una partida de operadores políticos y mediáticos que integran un grupete socialista por el cual jamás han votado los peruanos.