Delincuencia desatada. Perú iría por el ministro del Interior N.º 11
Las principales ciudades del país van directo y sin escalas a convertirse en tierra liberada, espacios donde las autoridades brillan por su ausencia y en donde no hay ley, ni Estado.
Lamentablemente como muchos expertos avizoraron sin falta de planes estratégicos por parte del Gobierno, de nada sirve haberse declarado la Emergencia en distritos populosos de la capital del Perú, no sorprende pues que el Perú presente 87% de tasas de criminalidad conjuntamente con Ecuador, ambos ocupando el primer lugar para América Latina, según ha hecho público apenas unos días, la Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo Gallup, a contraposición de El Salvador, que solo presenta un 3%, cifras vergonzosas, pero es justo desviar que están referidas al criterio de percepción ciudadana.
No es nada agradable para esta columnista, referirse a un escenario de censura de un ministro de Estado, es de alto desgaste político para su protagonista y para el gobierno que lo designó, es en la práctica renunciarlo al cargo, porque está obligado a ello máximo a las 72 horas de su censura.
Lo cual obliga al Ejecutivo a elegir su reemplazo en tiempo exprés, no pudiendo escudriñar a profundidad su hoja de vida y contrastar si lo que está en blanco y negro se condice con la vida pública y echémonos también a ver si alguien quiere asumir tamañas responsabilidades, aunque claro, no faltan los que matarían por fajarse el fajín de ministro, aún sabiéndose no calificado para el puesto.
Alcanza niveles de tragicomedia la inestabilidad en la conducción del Ministerio del Interior en el Perú, inéditamente, salvo me equivoque, se han tenido 10 ministros en dicha cartera desde el 29 de julio de 2021 hasta la fecha, noviembre de 2023, a saber Carrasco, Barranzuela, Guillén, Chávarry (Alfonso), Senmache, Gonzáles, Huerta, Cervantes, Rojas y Romero, los tres últimos nombrados por la gestión Boluarte.
Así las cosas es casi imposible la unidad de criterio en la gestión, que dé resultados cuantificables y con sostenibilidad en el tiempo, cambiar ministros se ha vuelto moneda corriente en el Perú, se sigue debilitando la administración pública y no parece existir espíritu de enmienda en este sentido. Con este grado de inestabilidad difícilmente un experto o profesional que se precie aceptaría la titularidad del Mininter.
Especialista en orden interno, analista de inteligencia nada menos, ha repetido el plato en el sector Interior, la primera vez fue en 2018, antes Director de la PNP del 2015 al 2017, entre otras hierbas; este es parte del currículo del señor Vicente Romero, no se explica entonces porque no ha podido con los asesinatos, la galopante delincuencia organizada, la prostitución callejera, el proxenetismo, el sicariato, la extorsión.
El principal responsable de proteger la seguridad interna de los ciudadanos, garantizar un ambiente de paz social para el libre desarrollo de su actividades socioeconómicas, se tambalea en un hilo ante su inminente censura en el Congreso.
Dejando de lado a la persona de Vicente Romero quien pasó al retiro en el cargo de General PNP sin escándalos ni increpaciones de corrupción, en la actual coyuntura se requiere un recambio en la titularidad del Mininter.
No es personal, señor ministro, no hay de por medio inquina contra usted, se requiere de otro estratega que en la cancha desarticule las mafias criminales peruanas y extranjeras.
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