Delincuencia común y desconcierto estatal
Es inexplicable lo que sucede en el país a nivel oficial. Estamos enfrentando una serie de crisis que no debería tener gran repercusión en nuestro desarrollo, porque riqueza por explotar existe a montones, capacidad de exportar en gigantescos volúmenes, tanto bienes como servicios. Potencialmente seremos el punto de ingreso y salida de productos hacia el Asia, lo que implica la posibilidad de mayores capitales de inversión, industrias y puestos de trabajo, y no apuramos la culminación de las obras ni del Aeropuerto con sus dos pistas ni del puerto de Chancay y menos nos fijamos en el proyecto de Islay, cuyo escenario ya debería estar completándose con las construcción de suficiente infraestructura para facilitar el tránsito de productos de otros países vecinos hacia puntos de salida exportadora en el nuestro a menores precios y ahorro de tiempo.
El gobierno de la señora Boluarte no hace nada al respecto y ni siquiera ha podido garantizarnos la prevención contra el fenómeno El Niño Global, como tampoco ha mostrado signos confiables para la venida de grandes capitales de inversión en minería, construcción, industrias, agroexportación y tantas alternativas productivas que ofrece nuestro país.
Decimos que es inexplicable lo que nos sucede porque teniéndolo todo para impulsar nuestro desarrollo, en el nivel del liderazgo, en vez de elevar su calidad y confiabilidad, vemos que va cayéndose en pozo lleno de vergüenzas y deleznables componendas.
En el Congreso, no es posible que los grupos políticos representados allí elijan presidente a una persona que tiene tanta historia judicial en su contra, casi todas relacionadas con su actuar público en la administración estatal. Está bien que la presunción de inocencia y los posibles archivos de varios procesos aboguen a su favor, aunque tenga acusaciones que lo llevan a Juicios Orales pendientes, porque no se trata de alguien impoluto libre de tanta carga porque para la población rige el dicho “cuando el río suena, piedras trae” y que no hay que ser honrado “sino parecerlo”, de modo que vamos perdiendo el tiempo en ataques y defensa entre el presidente del Congreso y la opinión pública y la prensa. La gobernanza y gobernabilidad no les interesa como prioridad.
En la lucha contra la delincuencia organizada que ha tomado las calles y controla, vía cupos y sicariato, la actividad social y comercial en todo el país, desde el Ejecutivo y la Municipalidad Metropolitana de Lima se propone la salida de militares en apoyo de la policía a las calles, la creación del tipo penal de terrorismo urbano para los delincuentes comunes, la tercerización de la función policial con una especie de milicia autónoma sin mayor control, a sabiendas que la decisión política fundamental es si al adoptar cualquier opción sabrán resistir los embates garantistas de la CIDH y casi segura persecución penal por las oenegés marxistas de siempre.
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