«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios»
Queridos hermanos:
Estamos en el domingo XIII del tiempo Ordinario. Toda la Palabra nos llama en este domingo a la libertad. Dice el libro de los Reyes: Elías recibió la orden de ungir a Eliseo. Importante la obediencia de la fe, Elías tiene que hacer la voluntad de Dios y busca a Eliseo, que está arando con 12 yuntas. Tener esta cantidad de bueyes significa tener dinero, posición social. Y le echó encima el manto profético. ¿Qué quiere decirnos hoy esta Palabra? Sacrificar las yuntas es no volver, sino hacer la voluntad de Dios.
Qué importante es hacer la voluntad de Dios, romper con el afecto, con la familia, con el mundo; para hacer la voluntad de nuestro Padre. Esta es la verdadera libertad de la que habla San Pablo a los Gálatas: Dios nos ha creado para vivir en la libertad, no en la dependencia, ensuciándonos con nuestros afectos, queriendo cambiar al otro haciéndolo más parecido a nosotros, a nuestro egoísmo.
Por eso dice San Pablo en la Segunda Palabra, no os sometáis al yugo de la esclavitud del afecto, sino a la libertad. ¿En qué consiste la libertad? En vivir la Torá, es decir la Ley: ama al prójimo como a ti mismo. En este tiempo de pandemia y de tensas situaciones políticas, hemos descubierto que no amamos al otro como a nosotros mismos, no amamos al que nos critica, al que nos juzga, al que piensa mal de nosotros. Necesitamos del Espíritu Santo para no destruirnos entre nosotros. Andar según el Espíritu es vivir en la verdad.
El Salmo que se proclama es el Salmo 15: “El Señor es el lote de mi heredad y mi copa”. La mejor herencia que podemos recibir es seguir al Señor, de donde nos viene la felicidad, la alegría, que hace presente la Eucaristía.
El Evangelio que es de San Lucas, dice que Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén y de camino entró a una aldea de Samaria en donde no lo recibieron, porque los samaritanos tienen otra norma de vivir el judaísmo. Hoy el Señor nos muestra que hacer la voluntad del Padre pasa por la figura del Siervo de Yahvé, esto los discípulos no lo entienden. Ellos se muestran poderosos, voluntariosos Y les dice Jesús: las zorras tienen madriguera, los pájaros nidos, pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. ¿Dónde reclina la cabeza Jesús? En la cruz, esa es su única seguridad, poner su confianza en su Padre. Nosotros, hermanos, no estamos llamados a hacer la voluntad de nuestros padres, estamos llamados a hacer la voluntad de Dios, lo único que nos hace libres. El afecto nos esclaviza. El Señor nos llama a seguirle, a mirar hacia adelante, hacia el camino que Él nos indica, no a poner la mano en el arado, que quiere decir que nos miramos a nosotros mismos, nuestros egoísmos. Dios nos invita a vivir en la fe.
Pues bien, hermanos que el Señor nos ayude a vivir este domingo en la gran libertad que nos ofrece Jesús.
+ Con mi bendición. Obispo E. del Callao
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