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Degradación

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Fecha Publicación: 08/12/2024 - 22:50
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Algunos hechos recientes muestran el nivel de degradación al que ha llegado la Policía Nacional del Perú (PNP). El suboficial Darwin Condori presuntamente se suicidó después de haber violado, asesinado y descuartizado a una joven. Lo grave es que tenía cómplices y, según los informes, antecedentes de violaciones grupales que, al parecer, habían sido encubiertas por otros policías.
Cotidianamente se encuentra a miembros de la PNP implicados en hechos delictivos como este: “Detienen a 5 policías por cobrar coima a empresario” (Expreso, 6/12/24). Si bien es cierto que fueron apresados por miembros de otra unidad policial, eso no disminuye la gravedad de los hechos.
En la fiscalía, las cosas no están mejor, incluso parecen peores. Recientemente fue detenida Elizabeth Peralta, fiscal superior de lavado de activos y pérdida de dominio, por su participación en el caso “Chibolín”.
Asimismo, la fiscal superior Karla Salazar robó descaradamente un morral con dos mil soles y un par de celulares en el aeropuerto Jorge Chávez. Ese es el nivel de magistrados que hoy, con el nuevo Código Procesal Penal, tienen un inmenso poder.
Por no mencionar a Rafael Vela y José Pérez, ahora investigados por varios delitos, quienes favorecieron descaradamente a empresas y empresarios corruptos, y persiguen ilegalmente a personas como Ricardo Briceño y otros funcionarios. Tampoco debemos olvidar las irregularidades denunciadas en el caso Eficoop, con la fiscal Marita Barreto y su cómplice, el esbirro policial.
Según la Inspectoría de la PNP, hasta noviembre de este año se han impuesto sanciones a 3,449 efectivos. Han sido detenidos 1,397 por la presunta comisión de delitos y 982 han sido pasados a retiro por medida disciplinaria.
Causas del deterioro policial
Una de las principales causas de este deterioro en la moral policial es la equivocada política de “más policías”, a cualquier precio. Sucesivos gobiernos ceden a la presión de la opinión pública, los medios de comunicación y las autoridades locales y regionales que reclaman más escuelas policiales y más efectivos.
El resultado es que los filtros de ingreso se relajan y la formación es cada vez más deficiente. En esta disyuntiva, es necesario optar por la calidad y no por la cantidad: cerrar escuelas, concentrarlas y establecer requisitos más rigurosos.
Otro problema es el largo y engorroso proceso para sancionar a los policías que delinquen. Esto se debe a que el sistema judicial ordena reponer a los efectivos sancionados que no han podido apelar en diversas instancias internas.
La policía, aquí y en cualquier parte, es especialmente vulnerable a la corrupción porque los efectivos deben interactuar constantemente con delincuentes para investigar y combatir el delito. Un “ángel bajado del cielo” sería un ineficaz agente policial porque no conocería el medio ni a los individuos que hay que enfrentar.
La importancia de una política anticorrupción
Por esta razón, es particularmente importante tener una enérgica política anticorrupción y unidades especializadas en esta tarea, como la Oficina de Asuntos Internos. Lamentablemente, esta área no ha recibido la prioridad que merece en los últimos años.

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