Déficit fiscal y crecimiento económico en Perú 2024
La economía peruana enfrenta un escenario mixto en 2024. Tras una recesión en 2023 (-0,6% del PBI), el país experimenta una leve recuperación este año, con un crecimiento proyectado del 2,9% del PBI. Sin embargo, esta mejora no es generalizada. Mientras que el consumo muestra signos de recuperación y la inflación se mantiene controlada, la inversión privada sigue siendo baja, afectada por la falta de confianza de los agentes económicos y agudizada por el crimen organizado.
El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco Central de Reserva (BCR) han pronosticado un crecimiento del 3,2% y 3,1%, respectivamente, para 2024, mientras que BBVA Research proyecta una cifra más conservadora: 2,9%. Esta estimación está respaldada por la ejecución de proyectos de infraestructura bajo la modalidad de Asociaciones Público-Privadas y el avance de nuevos proyectos mineros, aunque el crecimiento en sectores clave como la construcción y la industria, que son los que más mano de obra generan, sigue siendo moderado.
A pesar de la recuperación económica, el déficit fiscal sigue siendo una preocupación importante. En los últimos meses, se ha mantenido cerca del 4% del PBI, superando las proyecciones gubernamentales. El BBVA estima que podría cerrar 2024 en 3,4%, alineado con el pronóstico del BCR de 3,3%. Esta situación se debe a una combinación de baja recaudación tributaria y mayores gastos no previstos en el presupuesto, como remuneraciones y transferencias sociales.
El MEF había fijado una meta de déficit fiscal del 2,8% para 2024, pero parece improbable que se alcance, dado que los ingresos fiscales han caído, mientras que el gasto público sigue aumentando. En este contexto, la falta de disciplina fiscal pone en riesgo la estabilidad económica a mediano plazo y podría generar un aumento en el costo del financiamiento para el país.
Aunque la inflación está bajo control, sigue siendo motivo de preocupación. Las expectativas a 12 meses se sitúan en 2,43%, dentro del rango meta del BCR. Sin embargo, los ingresos reales de las familias no se han recuperado, lo que limita su poder adquisitivo y frena el consumo. A pesar de que el BCR ha reducido su tasa de interés de referencia al 5,5% para estimular la economía, este porcentaje llega a pocas empresas, afectando la recuperación de la demanda, que continúa siendo lenta.
Un factor adicional a considerar es la política monetaria de Estados Unidos. La Reserva Federal (FED) redujo su tasa de interés en septiembre, lo que podría afectar a Perú, ya que una menor tasa en EE. UU. podría atraer flujos de capital de vuelta a ese país, presionando el tipo de cambio y generando incertidumbre en los mercados financieros.
Otro reto estructural es la baja productividad laboral en el país. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Perú tiene la productividad laboral más baja de América Latina, con solo 12,6 dólares por hora. Esto se ha visto agravado por la pandemia y la débil inversión privada. Para revertir esta tendencia, es esencial fomentar la inversión en capital físico, mejorar la infraestructura y elevar la calidad educativa, especialmente en competencias tecnodigitales propias de la era de la cual son nativos nuestros niños y jóvenes.
El gobierno tiene previsto un aumento de la inversión privada del 2,5% en 2024, aunque la inversión pública sigue presentando un nivel de ejecución bajo. A septiembre, solo el 51,9% de los proyectos de inversión pública se habían ejecutado, y sectores clave como salud, educación y saneamiento, que cuentan con los mayores presupuestos, se encuentran rezagados, lo que afecta especialmente a la población en situación de pobreza y pobreza extrema.
A medida que avanzamos en 2024, los riesgos para la economía peruana incluyen la inestabilidad política, el aumento de la inseguridad y el debilitamiento de las finanzas públicas. El Consejo Fiscal ha advertido que el déficit fiscal podría alcanzar el 3,2% del PBI en 2024, lo que comprometería la calificación crediticia soberana del país. Si Perú pierde su grado de inversión, el costo del financiamiento aumentaría, afectando tanto al sector público como a las familias peruanas.
Revertir esta situación implicaría reducir las importaciones estratégicas de petróleo y grano, de los cuales actualmente dependemos en un 80%, a pesar de ser un país con reservas petroleras y contar con granos andinos de alta calidad. La actual situación geopolítica podría encarecer significativamente tanto el petróleo como los granos, ya que Rusia y Ucrania, ambos involucrados en conflictos, son grandes productores a nivel mundial.
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