Debemos prevalecer
Chabelita le pone el dedo en la cara a la Alva y esta la zarandea. Los caviares ponen el grito en el cielo y se rasgan las vestiduras. Se reían sin embargo cuando Tubino recibió un cono en el cabeza lanzado por ellos mismos y cuando al congresista Burga otro caviar le rompió la cara a mansalva a la salida del Congreso. Pedro Castillo llama a una movilización de masas contra Lima porque le meten presa a su hija/cuñada investigada por lavado de activos. Lanza a las turbas contra el Congreso y conta la Fiscalía y afirma sin pudor que está en marcha un golpe de Estado contra él cuando, acorralado por 6 carpetas fiscales, el golpe lo quiere dar él en las calles contra lo que queda de instituciones en el Perú, léase el Ministerio Público, el Poder Judicial y los partidos políticos. En eso se quiere copiar de los caviares que dieron el mismo golpe callejero, pero con el sector A/B/C capitalino contra el presidente constitucional que sucedió al repugnante lagarto, genocida y coimero Martín Vizcarra. Ahora les asusta un poco que los cholos con machete y látigo sean los que asolen la capital. No les falta algo de razón. Después de haber promovido la “multiculturalidad” ahora están viendo y probablemente vivirán las consecuencias. Fueron los caviares también quienes con Paniagua y Toledo dieron luz verde a la “regionalización”, un fiasco que como todas sus reformas políticas han arruinado al Perú.
Darles el poder a las regiones fue lo peor que le pudo pasar a nuestro país y a la unidad e integridad de la república. Hoy tenemos una plétora de señoríos feudales de la más baja estofa, ladinos que cutrean a diestra y siniestra los fondos públicos, que amarran obras y se embolsican chauchillas que dado su bajo nivel social ellos creen astronómicas. Esa es la razón por la que los montos de los latrocinios de Pedro Castillo parecen baladíes si los comparamos con las grandes cutras de los Graña y Montero y otros señorones del Club de la Construcción. La política sin duda se ha corrompido más y más con la regionalización. Las taras ancestrales de las que nos advertían los incas (“No seas ladrón”) han llegado del campo para quedarse en la ciudad. Por eso el esquema de los desfalcos y cuchipandas es “familiar” y de poca monta: 20 mil soles; 30 mil soles; 100 mil soles. A estos provincianos hijos de la regionalización fallida se les abren los ojos con esas cantidades que para cualquier profesional promedio que tiene una posición en el sector privado no son muy elevadas. Son carroñeros y han trasladado su modus operandi del caserío a la capital. Basta ver la cara de los “niños” para asegurarse de lo bajo que ha caído la política y cómo se puede denigrar un partido tradicionalmente decente.
Aquí no se trata de pobres contra ricos sino de un vil resentimiento provinciano (en la peor acepción del término) vulgar y delictivo. Por eso, cuando los caviares parloteen de multiculturalismo, interculturalidad, género, pueblos y culturas ancestrales hay que mandarlos a la mierda. Occidente, la decencia y el sentido común deben prevalecer.
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