Debanhi Escobar: crimen y olvido
La foto es conmovedora y, acaso, reveladora: una muchacha en faldón y zapatillas espera en la carretera del estado de Nuevo León, en México, y en el horizonte se pueden divisar los faros encendidos de un auto. Es Debanhi Escobar de 18 años que ha abandonado abruptamente una fiesta en circunstancias no esclarecidas y ha sido dejada allí por un taxista que al parecer no tiene ninguna responsabilidad en lo que ocurrió después: su asesinato confirmado tras tres necropsias y su cuerpo grácil yacente en una estanque en desuso cerca de un motel.
Hasta el momento, no hay un solo imputado. Sólo movidas burocráticas y una semblanza de lo acontecido que se va perdiendo con los meses. El caso de Debanhi, considerado un feminicidio no tiene hasta hoy ni siquiera un curso claro de investigación. Pero sí muchas omisiones, negligencias, apresuramientos, fallas garrafales, por ejemplo, en el intento inicial de hacerlo pasar como un accidente.
Las muchachas mexicanas, por cierto, han seguido desapareciendo. Crimen y olvido parece ser el epígrafe de todas sus muertes. Debanhi tenía 18 años que terminaron durmiendo para siempre en una vieja cisterna. Como diría Milan Kundera: todo será olvidado, nada será reparado.
El estado de Nuevo León –en donde vivía Debanhi- registra la tasa más alta de presuntos delitos de feminicidio de México: 2.01 por cada cien mil mujeres. El promedio nacional es de 0.72. Siete mexicanas son asesinadas cada día pero solo un 25% de los casos son investigados como feminicidios. En febrero de este año, en el Perú, 149 mujeres adultas fueron reportadas como desaparecidas, advirtiéndose 9 feminicidios, 6 tentativas de feminicidio y 3 muertes violentas, que aún vienen investigándose de acuerdo con el protocolo del Ministerio Público.
El mensaje central de la monumental novela de Fedor Dostoievski, Crimen y castigo, es que después del crimen viene el castigo y la única manera de recuperar la paz de espíritu es el arrepentimiento, asumir la verdad, y la conversión del corazón a través del amor, tanto a nivel individual como social. El mundo se ha desbocado tanto que sólo parece haber ahora en contadas ocasiones castigo y no recuperación de la paz. Cada vez que se pueda hay que castigar ejemplarmente, como un requisito para que la paz, si acaso, llegue.
Parada en el borde de la carretera con su faldón al viento y sus zapatillas, Debanhi es el símbolo de la aventura existencial y de los inmensos deseos de vivir, pero también de la fragilidad de mujer en una sociedad dominada por el machismo, sus fobias y sus estereotipos. Para ella, que quería caminar, correr, volar, fueron tan tristes y premonitorios los versos del gran poeta andaluz: “Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar.”
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