De la democracia a la “audiocracia”
¿Qué significa el tráfico de “grabaciones ilegales” de conversaciones de personajes de la política, actuales o remotas, en el contexto de la supuesta construcción de opinión pública en la democracia peruana? ¿Qué significa la difusión de estas grabaciones troceadas, a través de programas semanales de TV en señal abierta y horarios de audiencia cautiva?
Las respuestas pueden ser muchas, vayamos por partes. Nunca, desde un punto de vista ético ni legal, se pueden puede justificar una mala acción que supuestamente busca un buen fin, porque “el fin no justifica los medios”. Es por eso que hizo bien “Latina TV” en no aceptar ni difundir –según ha trascendido- el último de los audios, pero no faltó otro programa que lo hizo y publicitó a lo largo de varios días como se hace con las ofertas de supermercado.
Las citadas grabaciones –al actual Presidente, a los jueces, al gobierno de PPK, a los parlamentarios, etc. – se hicieron a micrófono escondido, es decir, sin el conocimiento y consentimientos de los protagonistas y, más aún, sin una orden judicial. Por tanto, ¿cómo el Sistema de Justicia puede usar estos medios ilegales como prueba de sus investigaciones y para sus causas, como lo hace también con los chats de los WhatsApp? Peor todavía, ¿cómo es que este sistema ha rechazado las apodadas “agendas de Nadine” como “pruebas”, pero acoge determinados audios y captura de pantallas de WhatsApp?
Si el poder mediático llega a embaucar hasta el sistema de justicia con estos latigazos ilegales, imaginémonos hasta qué punto estas “bombitas” impactan en la opinión pública -en general– atenta a los “escandaletes” y bastante inmadura. Así no se coopera a la formación del ciudadano que es quien vota en las elecciones; sino que se cambia la información por la “propaganda despótica” hija de los totalitarismos de extrema izquierda o extrema derecha que en el mundo han destruido los sistema democráticos y sociedades enteras, cercano tenemos el caso de la Venezuela chavista.
Los ciudadanos tenemos derecho a la información que se ajuste a la verdad y no a esa información interesada, politiquera y propagandística que, a todas luces, pretende engañar y lo consigue; porque no todos están atentos a la actualidad política y, es más, muchos la ignoran o rechazan. Solo a partir de la información es que se puede formar opinión, aunque resulte cara, porque significa mejores periodistas, entrevistadores audaces, mejores investigadores y profesionales de la comunicación valientes, que los hay sin duda, pero que no se les valora, porque se les teme.
Usar trozos de grabaciones antiéticas, ilegales, descontextualizadas, antiguas, desautorizadas, es el modo actual de atacar y traer abajo gobiernos. Buen fin -dirían muchos- sino PPK seguiría gobernando y los “hermanitos” serían intocables. Ese no es el camino, sino la denuncia de frente, cara a cara, de personas valientes, de comunicadores que investiguen y que se jueguen incluso la vida, como tantos en otros países.
La “audiocracia”, como la “videocracia”, son propias de “personajes oscuros”. No olvidemos que en el Perú, la inauguró el “montesinismo”; y por eso, hay muchos en la cárcel y otros fuera de ella, porque todo hay que decirlo. Pero la “videocracia montesinesca” suplantó la denuncia sincera y valiente de aquello que muchos personajes conocían y sabían, pero callaban con millones de dólares en las manos que jamás les quemaron.
FABIOLA MORALES -Profesora CENTRUM PUCP