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Fecha Publicación: 22/01/2023 - 21:50
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La mañana ya había dado vuelta a la esquina al decidir que la tarde tendría rumbo marcado que sin dudar cumplí poniendo proa al Espacio Germán Kruger para ver la exposición Dar forma a la materia: El eclecticismo de Joaquín Roca Rey, una buena manera de celebrar el centenario del nacimiento de este acuariano del 27 de enero que ha dejado seña en la escultura peruana, como ejecutor y como maestro. Al salir tenía la certeza que encontraría amigos, certeza que confirmo a los pocos minutos de llegado a la sala en la que no ponía pie hace mucho rato. Lo primero que me retiene y sería pauta para lo que después me retendría, fueron los tres grabados con sus interpretaciones de San Jorge y el Dragón, trabajos que me mueven sobre el recuerdo del tema tratado en un clásico de la pintura sobre el que él maneja con finura y precisión el detalle en el vestido del santo y la mutación en el dragón, enfrentados en ese paisaje que puedes recorrer disfrutando geografía, los árboles y en el primer plano escoger entre los seres en organizado movimiento y desorden, como mi cuarto, también soy Acuario y muy cercano de su natal, que tienen en su forma cercanísimo parentesco con algunas formas y sugerencias marcadas en algunas de sus esculturas, que son el galardón con que se reconoce y señala su trabajo con el mármol, acero, hierro sobre los que deposita ideas y decisiones que han sido razón para, lo he leído, sus 38 individuales, 150 colectivas y su participación en bienales con que prácticamente dio vuelta al mundo. En mi caso, tienen su puesto los grabados expuestos y ese pequeño dibujo del año 50, joyita que con el mayor de los goces pudiera tener junto a las piezas con que convivo.
¿Y qué de los amigos? Ahí estaban. Como siempre sonriente, elegante, Tere Gruenberg, en conjunto de media estación, con estupenda cartera, el muy escogido negro en la montura de los lentes como el rojo verano del lipstick toque preciso para el blanco casi mármol de su piel. Tere con María del Carmen Oliva, tan grata en su actitud, fueron junto a Naturaleza más muerta que viva, mi primera foto de la tarde. Con Flor de Chavín, piezas de la colección Héctor La Rosa Taboada, fueron las que se ganaron mi interés como el pequeño dibujo ya mencionado.

Tere casada con Jorge Gruenberg, ya fallecido, fueron son de los más notables y especiales coleccionistas peruanos. Piezas de interés y de importancia componen su recolección que Jorge inició muy joven al comprar un dibujo de Cristina Gálvez. Curiosamente, Héctor la Rosa Taboada, estimado amigo, también muy joven, a los 18 años, ingresó al mundo del arte como marchand colocando su primera venta con un óleo de Ricardo Flórez, propiedad de su familia. De él hoy no hay foto suya pero está más que presente con Naturaleza más muerta que viva y Flor de Chavín.

Para no ser tan seco en mi selección, además de las piezas de Héctor y el pequeño dibujo, me detuve con la pequeña cabeza negra y la gracia del viringo, que lo usamos como un anticipo de una nueva Crónica.

Joaquín Roca Rey nació en Lima, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes en que ejerció docencia como en Artes Plásticas de la Católica y la Universidad de Ingeniería. Con Fernando de Szyszlo ganó en 1957 el concurso para el mural del frontis del cementerio El Ángel, premio que los une en una presencia que abre puerta a la eternidad.