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Danza de hipocresías

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Fecha Publicación: 02/12/2023 - 21:00
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En un momento central de la película “Wall Street, el dinero nunca duerme”, el inescrupuloso Gordon Gekko (Michael Douglas) le dice al no menos protervo Bretton James (Josh Brolin): “hagamos un trato. Deja de hablar mentiras sobre mí y yo dejaré de contar verdades sobre ti”. El filme, como se recuerda, retrata una guerra de codicia llevada al extremo de la ilegalidad en el marco de la burbuja especulativa producida por los créditos hipotecarios del 2008.

La frase de Gekko resulta oportuna para graficar lo ocurrido esta semana al interior del Ministerio Público donde las mentiras de unos intentan erguirse sobre las verdades de otros escondiendo adrede la naturaleza subalterna, interesada y fuera de control de una pugna interna con pronóstico reservado.

“Hechos señora. Y si su madre dice que la ama, primero confírmelo”, aconsejó su jefe a Helen Thomas, la célebre corresponsal de la agencia UPI en la Casa Blanca. Pues bien, pretenderé que los hechos hablen por sí mismos.

1) La fiscal de la nación Patricia Benavides creó una dependencia de operadores políticos que debían de servir como enlace con el Congreso y otras instituciones.
2) Su principal asesor, Jaime Villanueva, cumplió esa tarea en el Parlamento nacional. Un legislador (a quien se le puso el nombre de “Roberto”) reveló a la fiscal superior Marita Barreto las tareas de Villanueva para socavar a la Suprema Zoraida Ávalos, influir en el nombramiento de Josué Gutiérrez como Defensor del Pueblo y planificar la caída de los miembros de la Junta Nacional de Justicia.
3) “Roberto” grabó y conservó chats de WhatsApp intercambiados con Villanueva que sirvieron a Barreto para montar una llamada “operación Valquiria V” con la finalidad de poner al descubierto una supuesta organización criminal liderada por Benavides.

Este mero recuento coloca a Benavides en un cadalso moral e institucional inevitable. Los dos únicos pares supremos no la respaldan, dos superiores rechazan reemplazar a Barreto (destituida en simultáneo a la revelación de las cuitas de Villanueva), la presidente Dina Boluarte pide su paso al costado (luego de recibir una insólita e inviable acusación de la misma fiscal de la nación), los congresistas involucrados en los enjuagues silban mirando al techo y la JNJ halló un argumento legal para suspenderla. Su permanencia pende de la voluntad radical de quienes barren la basura debajo de la alfombra y visualizan espantados el reempoderamiento caviar en las principales instituciones del Estado.

Sin embargo, el cinismo del dedo acusador tiene un fustán más largo que la torpe maquinaria de Benavides. Tanto Jaime de Althaus como Phillip Butters han demostrado las enormes falsedades temporales y circunstanciales del muñeco armado por la logia de Avalos, Barreto, Martín Vizcarra, José Domingo Pérez, Rafael Vela y su enorme planilla mediática. A otro perro con el hueso de su aparente superioridad moral que solo ellos se la creen.

Así son las guerras de hipocresías que terminan siendo una danza macabra y dañina para la institucionalidad del país.

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