Dando tumbos en vez de ir hacia la reforma del Estado
Si alguien cree que la reforma del Estado no es importante o trascendental en la actualidad debido a que acabamos de salir del comunismo, lo animo a reconsiderarlo lo antes posible. Un Estado eficiente, que se encarga de servir al ciudadano y eleva la calidad de sus profesionales e instituciones, es el peor enemigo del comunismo. Por eso, dar la sensación que la reforma del Estado será necesaria más adelante, en el momento que las cosas estén mejor, es un disparate sin precedentes. Postergar no tiene sentido porque las condiciones y circunstancias cambiarán a futuro. Este gobierno tiene el encargo de la sucesión presidencial y no es transicional, por lo tanto, faltan aproximadamente tres años y no solo ocho meses para que termine.
Algunos argumentan que para modernizar el Estado es suficiente con el plan Con Punche Perú y los decretos legislativos emitidos por las facultades delegadas del Congreso al Ejecutivo, así pues no es necesario enfocarse en la reforma. La modernización y la reforma no son idénticas. En el Perú, la modernización avanza lento y se enfoca en mejorar la transparencia, la rendición de cuentas, el acceso a la información, el uso de tecnologías digitales y el gobierno electrónico. La modernización del Estado es uno de los objetivos de la reforma; sin embargo, lo que se logra avanzar es insuficiente debido al crecimiento exagerado del aparato público, lo cual impide la mejora de los servicios a favor de los ciudadanos por su falta de eficiencia.
El gobierno central tiene entidades creadas en la dictadura de los 60 que no han sufrido ningún cambio en sus estructuras. Dieron origen a 150 empresas públicas. Además, los velasquistas recibieron el Estado con 9 ministerios y lo devolvieron con 13. Desde entonces, el mal hábito de crear nuevos ministerios ha persistido hasta hoy alcanzar 19. Cada mandatario sin excepción ha encontrado una Corte gentil en sus gabinetes, un hábitat cómodo y espacioso para despachar en confianza. Hasta ahora ningún gobierno tuvo la intención de redefinir los roles de los ministerios, ni reducirlos. Precisamente hacer lo improbable e inesperado abriría la oportunidad a que un gobierno gire su proyección al cumplimiento de su misión. Es una señal correcta de cambio.
¡Así lo hizo Singapur! Ha implementado reformas exitosas a lo largo de los años para la eficiencia y el cumplimiento de la misión del gobierno con transparencia. La meritocracia y la eficiencia basada en el rendimiento son los pilares fundamentales para la administración pública de Singapur. La dedicación hacia las reformas de un país que arrancó pobre logró atraer ahorradores, inversionistas y brindó facilidades para los negocios. Esto permitió la apertura de una empresa en dos días y medio. El gobierno singapurense nunca se detuvo en cumplir su misión.
En el Perú es evidente que nos enfrentamos a problemas urgentes que no podemos ignorar. Una reforma integral llevará varios años, por lo que es importante imitar el ejemplo de Singapur que lo hizo gradualmente y por etapas. A pesar de que nuestra cultura tiene sus diferencias frente a la asiática, ambas siguen el buen ejemplo. La primera oficina en implementar la visión integral de la reforma en Singapur fue la del Primer Ministro.
La PCM peruana debe hacer eso mismo y establecer medidas urgentes para llevar a cabo la reforma en lo social, que incluye la educación y la salud. Si queremos analizar lo que hizo Singapur está bien, pero teniendo en cuenta que son pequeños y su éxito es difícil de replicar. Este camino siempre será mucho mejor que simplemente modernizarse o seguir locura definida por Einstein, que es: “hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
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