¿Cueva de ladrones?
La extradición de Alejandro Toledo ha desatado nuevamente las pasiones, y el expresidente es acusado de todos los vicios posibles, al tiempo que se recuerda que los gobernantes de las últimas cuatro décadas son considerados corruptos por haber sido procesados por diversos delitos.
En realidad, cada uno de ellos tiene defensores y detractores, aunque estos últimos son siempre mayoritarios en todos los casos. Lo casi imposible de encontrar es un balance equilibrado de lo positivo y negativo de los gobiernos.
Esa es una muy antigua costumbre peruana, que no cambia con el paso de los años. Y de los siglos. Jorge Basadre decía en 1929:
"Hay, sin embargo, una leyenda negra sobre la época republicana, aumentada acaso por la propaganda de González Prada como reacción contra los hombres y contra los métodos que permitieron el desastre del 79. Según esta leyenda, la República fue una cueva de bandoleros. No sentenciemos tan fácilmente a desórdenes y errores que no dejaron de estar acompañados de esfuerzos meritorios y sinceros. No hagamos a nuestra República el homenaje de mirarla como una reproducción de Liliput mezclada con los vicios de Sodoma. Antes de exaltar o denigrar, preferible es explicar y deducir.” ("La iniciación de la República". Tomo I).
En efecto, como señala el gran historiador, a fines del siglo XIX ya se decía que el Perú era una cueva de ladrones. Y, desgraciadamente, la realidad muestra que desde el inicio de la República hubo pillos que asaltaron el erario nacional. Pero también hubo gente decente que puso todo su empeño en mejorar la situación del país y la vida de los peruanos. Y muchos claroscuros, ni totalmente perfectos ni completamente deleznables.
Pero las pasiones ciegan. Pese a todos los latrocinios de los últimos tiempos, hubo avances importantes. En la década de 1990 se derrotó al terrorismo, se detuvo la inflación, se privatizaron varias de las elefantiásicas e ineficientes empresas estatales y se sentaron las bases para el crecimiento.
En la década de 2000 se recuperó la democracia, se fomentó la inversión privada, se empezó a explotar el gas de Camisea (paralizado por los comunistas desde los 80), que permitió la abundante energía barata para sustentar el crecimiento económico de varios años, el más importante en la historia republicana, que a su vez posibilitó que millones peruanos salieran de la pobreza y creciera la clase media.
Desgraciadamente, en el último lustro el balance es mucho más negativo que positivo, con muy pocos logros e inmensos desastres, como la pésima gestión de la pandemia de la covid, la inestabilidad política, el crecimiento de la amenaza comunista y el avance descontrolado de la delincuencia.
Finalmente, Basadre: "A menudo vacilamos y renegamos. Con el desdén, la ira o la burla golpeamos entonces al Perú, exasperados o aburridos ante sus convulsiones que acaso solo son anuncios de una forja y ante sus taras que deber nuestro es disminuir y evitar". (Perú: problema y posibilidad”, 1931).
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