¿Cuándo se jodió el Perú?

A partir de la llegada al Perú de Alejandro Toledo, cabe preguntarse una vez más, ¿cuándo se jodió el Perú?

Tras una cadena de presidentes con graves acusaciones de inmoralidad desde los últimos 38 años es indudable que la mezcla de corrupción e impunidad y, hay que subrayar, ineficiencia y demagogia en el manejo de la Deuda Social han marcado un hito negativo en nuestra historia que real y efectivamente no tiene precedentes.

La corrupción siempre acecha en las esferas del Poder y con mayor énfasis si el poder es absoluto, tal como lo precisa Lord Acton. Y el acelerador habitual es la impunidad que, de una u otra forma, se ha manifestado como consecuencia de una corrupción sistémica al interior de los organismos del Estado que, por ejemplo, ha generado que la extradición de Toledo demore 6 años y el encarcelamiento de Urresti otros 33.

Después de Belaunde, de cuya honorabilidad no existe la menor duda, se desata la ola de corrupción que hasta hoy cubre de lodo al Perú. No es tampoco que el régimen del arquitecto estuviera exento de actos de corrupción –el caso Guvarte, por ejemplo– pero ninguno de ellos le fue atribuible, incluido el affaire de la Compañía Peruana de Vapores en el cual asumí la defensa en la Cámara de Diputados de su Ministro de Transportes, Fernando Chávez Belaúnde, a quien quisieron involucrar por razones políticas siendo una persona de acrisolada honestidad.

Los sucesivos gobiernos son parte de esa nefasta combinación que nos lleva a tener, a partir de hoy, a tres expresidentes en la cárcel; uno con detención domiciliaria y otros dos con graves denuncias pendientes lo cual refleja hasta donde la desinformación, la manipulación de los medios de comunicación y la crisis de valores han influenciado las elecciones en los últimos ocho lustros con los resultados que actualmente padecemos.

Aunque las encuestas suelen presentar una enorme preocupación de la ciudadanía por la corrupción, los resultados de estos años han sido claramente contradictorios, especialmente cuando se ha tratado de personas que ya han ejercido el Poder con anterioridad como en el caso de García Pérez, cuyo primer gobierno fue un desastre y, sin embargo, fue reelecto en segunda vuelta, es verdad, en ese momento por el temor a Humala.

Tenemos que construir una sólida conciencia ciudadana que concluya con este período de corrupción y lleve al Poder a personas honradas, preparadas y con vocación de servicio.
Y esto sí se puede lograr.

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