¿Cuándo Dios tocó tu corazón?

Este es el testimonio de una persona que fue bautizada por sus padres en la religión católica. Con el transcurso del tiempo no encontró respuestas en la religión que le impusieron profesar, debido a tanta formalidad y ritos, pero la palabra en las prédicas no calaban en su corazón, alejándose del catolicismo. No obstante, había estudiado en colegio religioso, estaba confirmado, casado por la Iglesia, y siempre sentía ese vacío en su relación con Dios.
En los colegios religiosos donde estudió, nunca escudriñaron la Biblia, ni el Antiguo ni el Nuevo Testamento. Recién cuando visitó a una persona en el Centro Victoria, que se estaba rehabilitando por su consumo de drogas y alcohol, escuchó la palabra a través de la interpretación de la Biblia en relación con el ser humano. Las alabanzas, el trato, la recepción de las personas, y sobre todo su humildad, por primera vez le hicieron sentir a Dios, llenando su corazón con perspectivas distintas a las de la religión católica. Donde se reza en el catolicismo, en los evangélicos se ora, estableciendo un diálogo con Dios y encontrándose lleno de paz y tranquilidad. Empezó a concurrir a los cultos, formar grupos de estudio de la Biblia, dándose cuenta de que Dios está vivo, presente en todas las circunstancias de la vida. Es luz en el camino de las personas mediante la fe, que es un sentimiento profundo donde la razón no tiene injerencia, sino el sentimiento sincero.
Se percató de que personas que habían tocado fondo por las drogas, que vivían en las calles sin identidad, domicilio ni familia, tuvieron la voluntad y valentía de internarse en el centro. Han sido restaurados sin importar la clase social, porque a la droga no le interesa la clase social. El adicto puede provenir tanto de la clase más alta como de la más humilde. Lo interesante es cómo la persona se va adaptando, aceptando a Dios, siguiendo el programa de novato, guerrero y vencedor, lográndose rehabilitar solo con la palabra de Dios. Esta palabra va transformando a las personas con una nueva vida. Muchos proceden de cárceles, manicomios o de vivir en las calles, pero Dios les abre el corazón a todos los que lo buscan, y si estás lejos de Él, también está atento a tus necesidades, aunque no se las pidas.
Este centro no solamente recibe a drogadictos, sino a personas que están vacías por dentro. La soledad, cuando está mal canalizada, se convierte en angustia, ansiedad, depresión, y puede tener un mal final si no se aborda a tiempo. Es impresionante cómo, sin medicinas, las personas pueden rehabilitarse porque se sienten vacías, y el único que puede llenar ese tanque espiritual es Dios. Esto no quiere decir que no se necesiten médicos, psicólogos, asistentes sociales o maestros, pero el trabajo consiste en la persona con Dios, lo cual obliga a renunciar a una vida mundana y mantener una relación permanente y continua con el gran arquitecto del universo. De lo contrario, puedes recaer, como ha sucedido en muchos casos. La adicción es una necesidad que el cuerpo te pide, y si no tienes voluntad y una relación firme con Dios, corres el riesgo de reincidir, sin importar los grados que hayas alcanzado. Incluso vencedores que han sido designados como pastores han recaído, porque la tentación es tan fuerte que quiebra a las personas. Pero su voluntad y arrepentimiento hacen que se reinserten al programa y empiecen de cero, con esperanza y fe, para no consumir y mantenerse en abstinencia.
Esta persona que les comento dio su testimonio en una clase de psicología forense y tuve la oportunidad de relacionarme con el Centro Victoria. Todo lo que había hablado lo pude comprobar. Me hice amigo del director e invité a muchos exadictos a dar su testimonio en clases, hacer mesas redondas y apoyarlos desde una perspectiva psicológica en preguntas personales, como temas de familia, declaratoria de herederos, la obtención de sus documentos. Se formó una buena relación, que hasta ahora se mantiene, y me llaman para cualquier consulta jurídica o psicológica. Estoy llano a apoyarlos, por ser personas de bien.

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