Cuán importante es el quechua en la gestión hídrica
Por Luis Luján Cárdenas
Es lamentable la reacción de muchos congresistas rechazando el discurso en quechua del Premier, en la presentación de su gabinete y políticas públicas ante el Congreso de la República del Perú, en pos del voto de confianza. Fue racista y discriminatorio, además de una falta de respeto a los 3 millones 799 mil 780 hablantes de quechua, 13,6% de la población total, según información del INEI. Olvidaron que el idioma de nuestros ancestros es un idioma oficial, al igual que el aimara y demás lenguas aborígenes.
Y esto me hizo recordar, que hace unos años, cuando pertenecía a la Unidad de Prevención y Gestión de Conflictos, en la Autoridad Nacional del Agua (ANA), había una gran controversia social ante proyectos de inversión privada en el Cusco y Arequipa, donde el tema principal era el uso del agua, y que la población local, gran parte quechuahablante se oponía por los antecedentes de malas prácticas mineras, de contaminación y la desaparición de fuentes naturales de agua.
La Alta Dirección, en ese entonces, convocó a varios especialistas, entre ellos al profesor y capacitador Washington Córdova Huamán, experto en quechua (años después, Premio Nacional de Literatura en Lenguas Originarias 2020) y a mi persona, como sociólogo y comunicador, para que sensibilizáramos a los habitantes de varias comunidades andinas en dichos lugares de conflictos.
Cuán importante fue dialogar con ellos en su idioma natal, hubo amplia convocatoria y empatía, fueron receptivos, amistosos, cordiales y colaboradores; entendieron el mensaje del Estado e incluso nos hicieron participar en pagos a la Pachamama y festejos populares. No hubo un choque cultural, más bien se presentó una simbiosis sociocultural, no hubo imposición de poder ni de clase a través de un idioma, como el español. Y las desavenencias con la empresa privada desaparecieron y la presencia estatal se consolidó. El quechua fue la llave mágica. Meses después editamos textos de la Ley de Recursos Hídricos y boletín en quechua, español, aymara y otras lenguas amazónicas.
Esto nos enseña a que un país multicultural y con 48 lenguas originarias (44 son amazónicas y 4 andinas) debe construir gobernanza considerando la singularidad social, cultural, étnica y, especialmente, lingüística de cada pueblo o comunidad. La presencia del Estado y la gestión hídrica y medioambiental será mayor y mejor, y los objetivos y metas serán posibles de cumplir. El emplear solo el español, constituye una gran barrera y obstáculo en la comunicación, la seguridad hídrica, alimentaria, energética y social. Además, no podemos ir en contra de la identidad nacional de los pueblos aborígenes. Eso no es democracia y justicia social.
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