Contra el insoportable engaño al peruano

Desde los cambios vertiginosos producto de la era digital, no se pudo enfrentar con efectividad a las mentiras, fake news, mitos, posverdades y otros flagelos que afectan muchísimo a la sociedad peruana y al mundo.

Resulta paradójico que nuestros antepasados dejaran el mandato "Ama Llulla", no seas mentiroso, que con el transcurrir del tiempo solo fue inalcanzable. Para salir de este vicio corrosivo, la veracidad es el principio fundamental que debe prevalecer en la educación desde la niñez, si queremos tener ciudadanos que hagan lo correcto y sean confiables.

Sin embargo, desde ahora, el esfuerzo nacional debe centrarse en parar las mentiras y decir siempre las verdades sin distorsionar los hechos, ni dañar al pueblo. Es decir, comprarnos el pleito a favor de la verdad a partir de una cruzada nacional que nos vuelva intolerantes al escuchar cualquier mentira. Llamémosle, entonces, "la cruzada por la veracidad y contra el insoportable engaño al peruano".

Lo más inmediato sería empezar con los medios de comunicación y su enorme responsabilidad al tergiversar un hecho, sembrar dudas, o simplemente, presentar versiones noticiosas sin existir las pruebas suficientes.

El sector de la prensa sabe a la perfección que para la comunicación existen dos tipos de personas: Primero, quienes se informan y se aseguran de la veracidad de lo que reciben, y segundo, quienes sin confirmar la veracidad de la información son capaces de actuar rápidamente. Los primeros casi no se equivocan y toman decisiones acertadas.

Lamentablemente, la mayoría terminan lamentándose de sus errores, como aves de presa del carroñero mentiroso. La labor de informar bien se ha convertido en una pasión opacada. En pocos años, los espacios de noticias fueron abandonando el formato del noticiero clásico, que consistía en explicar lo relevante del día junto a un análisis que respetaba una buena estructura, equipos de prensa, editores con pensamiento neutral para la presentación de mensajes sin tintes.

Hoy en día, el acto de hacer zapping en los canales de televisión de señal abierta sólo hará que encuentren programas noticiosos, llamados "programas informativos".

Estos suelen ser armados usando contenidos predispuestos a dar show, tribuna y favorcitos a ciertos intereses. Principalmente, se dedican a otorgar entrevistas a quienes les aceptan ir y, en muchas ocasiones, no van los que habían escogido originalmente. Muchas veces quienes aceptan ir tienen la misión destructiva de dar versiones contra sus enemigos, sin importar las consecuencias.

Al final, los medios de comunicación nos ofrecen un desfile circense de abogados, candidatos a colaboradores, opinólogos, representantes de las ONG y otros seres que intentan romper el silencio como sea para generar bulla.

Algo muy parecido al acto de lanzar piedras. Los medios establecen alianzas con sujetos deliberados que promueven la tragedia de 70 muertos en el Perú por la represión policial o lanzan como verídica la versión de Henry Shimabukuro por supuestos financiamientos sin las pruebas que lo corroboren.

Una clara agenda destructiva que busca el caos. Estos medios jamás van a mostrar información sobre el enriquecimiento de las ONG que investigan dichos asuntos como si fueran hechos irrefutables. ¡Qué fácil es aprovechar una falsa situación de un testigo sin credibilidad para intentar acoplar una verdad!

Los medios de comunicación deben rescatar nuevamente una actitud profesional que defienda la veracidad, siguiendo las siguientes premisas: "conocer a profundidad a la fuente de información presentada" y "comprender cuáles son las reales intenciones de dicha fuente". Tercero, aprender bien la premisa de la veracidad porque un país sano necesita que la gente comience a hablar con la verdad. Demasiadas mentiras, mitos y falsas situaciones hemos tenido que soportar en el Perú. La veracidad es un valor central para comunicar con ética y deontología.

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