Continúa la amenaza a la paz mundial
Mientras países de esta parte del continente americano, sus pueblos, se encuentran inmersos en una dinámica política motivada por sus propios procesos electorales presidenciales, como es el caso de Colombia y Brasil y, por su parte el Perú, con miras a lo que será el proceso eleccionario regional y municipal; en todos esos casos, con ofertas de los candidatos en procura de darnos un ambiente de vida mejor en atención a todos los diversos problemas que nos aquejan; en el otro lado del mundo, países, calificados como grandes potencias, se encuentran involucrados en la búsqueda de alcanzar sus objetivos que les permita ser líderes del funcionamiento de la comunidad internacional.
Es decir, los recursos que requieren los países en proceso de desarrollo, hoy paralizado por razones derivadas de la pandemia de la covid-19, así como por la no acertada gestión de sus autoridades, nos motiva a reflexionar y preguntarnos: ¿cuántos problemas internos de los países no desarrollados podrían ser resueltos si las grandes potencias voltearan la cara para ver de qué forman podrían contribuir con aquellos pueblos que requieren una más efectiva atención de los que más tienen?
Los cientos de miles de millones que dólares que se gastan en la fabricación de armamentos serían mejor invertidos si se orientara a la adquisición u obtención de recursos dirigidos a la satisfacción de las necesidades de los pueblos oprimidos.
Razón por la cual, las últimas noticias que los cables nos ofrecen incrementan nuestra preocupación al enterarnos que países que por muchos años han tenido una conducta de neutralidad en el ámbito militar, hoy se encuentran interesados en promover su ingreso a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), dejando de lado su postura de no intervencionismo en conflictos bélicos internacionales.
Es el caso de Finlandia y Suecia, que por su cercanía territorial con Rusia es evidente la preocupación de esta última de ver amenazada su seguridad externa, al estar expuesta a cualquier posible agresión que se promueva desde los territorios de estos primeros países, como integrantes de esta organización de defensa militar conjunta.
Precisamente, la pasada semana, exactamente el jueves, el presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, y la primera ministra, Sanna Marin, anunciaron su interés de solicitar su adhesión a la Alianza Atlántica “sin demora” y, por su parte, este último domingo el Partido Socialdemócrata de Suecia, que se encuentra en el gobierno, aprobó solicitar a la OTAN el ingreso del país, manifestando su compromiso de oponerse al despliegue de armas nucleares y de bases militares permanentes en su territorio nacional.
Con relación a la decisión de estos dos países nórdicos, Turquía (que forma parte del grupo de los 30 países integrantes de la OTAN), a través de su canciller, Mevlut Cavusoglu, declaró el pasado sábado que “la gran mayoría del pueblo turco está en contra de la membresía” de Finlandia y Suecia en la OTAN. Y, agrega, “…el pueblo turco está en contra… de aquellos países que apoyan a la organización terrorista Partido de los Trabajadores de Kurdistán/Unidades de Protección Popular y nos piden que bloqueemos esta adhesión”.
Al respecto, si se toma en cuenta la divergencia de aspiraciones que tiene Rusia, en conflicto con Ucrania, y los países europeos, con la evidente participación de los Estados Unidos, que como gran potencia maneja las decisiones dentro de la OTAN, no puede menos que ser motivo de fundada preocupación los efectos que puedan resultar para el mundo entero, que un enfrentamiento bélico bilateral se extienda a la intervención directa de otros países del mismo nivel, que por la magnitud del arsenal nuclear que tiene Rusia, se pueda convertir en la chispa que encienda un nuevo conflicto bélico mundial.
Las razones geopolíticas y económicas que tienen los países grandemente desarrollados, los cuales tocan la música para que a su compás se muevan los demás Estados, deben dar paso a otras motivaciones más sociales que procuren un mejor destino a la humanidad, promoviendo, en su lugar, una real convivencia pacífica internacionales.
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