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Consecuencias mortales del daño al medio ambiente

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Fecha Publicación: 23/05/2024 - 22:00
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El tiempo pasa y se nos van acortando los plazos para enmendar nuestros errores como género humano, los mismos que se convirtieron en crímenes de lesa humanidad, en verdaderos ecocidios a cuya consecuencia se están multiplicando exponencialmente los desastres naturales con consecuencias funestas y masivas, como es el caso de las intensas lluvias recientemente suscitadas en Brasil, causando muertes, desapariciones de personas, cuantiosas pérdidas materiales, gente que lo ha perdido todo y el nivel del agua que aún continúa en el lugar, especialmente en Porto Alegre.
El último informe de Amnistía Internacional a nivel mundial, emitido en abril de este año, advierte que los fenómenos meteorológicos extremos y la crisis de evolución lenta, más probables e intensas debido al cambio climático, han afectado a incluso a países, que históricamente han emitido grandes cantidades de gases de efecto invernadero y que, por este motivo, se enfrentan a mayores obligaciones en virtud del principio jurídico de responsabilidad común pero diferenciada. Éstos han hecho muy poco para eliminar gradualmente los combustibles fósiles y otros factores causantes del cambio climático. Muchos han seguido ampliando las infraestructuras de combustibles fósiles, incluso con financiación pública.
El referido informe del mencionado organismo internacional de defensa de los derechos humanos, enfatiza que varios países se vieron afectados por fenómenos climáticos extremos cuya intensidad y frecuencia podrían estar relacionadas con el cambio climático, sin embargo, los gobiernos no estaban preparados para responder a los fenómenos meteorológicos. Se recuerda en el informe de marras que, en febrero y marzo el ciclón “Freddy” afectó a millones de personas en Malawi y Mozambique y causó la muerte de 679 y 453 personas, respectivamente.
Amnistía Internacional enfatiza que los gobiernos deben tomar de inmediato medidas para proteger contra el riesgo y los efectos de la crisis climática y reforzar su preparación para los fenómenos meteorológicos extremos, planteando que los países desarrollados den asistencia internacional para la financiación climática a fin de adoptar políticas efectivas de mitigación y adaptación para remediar las pérdidas y daños sufridos por las personas y grupos más marginados.
Sin embargo, la obsesión de invertir capitales en proyectos urbanísticos a costa de la masiva e irracional deforestación, es un problema que interpela a quienes hacen uso de recursos económicos tipificados hoy justificadamente como el “Capitalismo del Desastre”, por las secuelas que viene ocasionando.
En el caso de Porto Alegre, donde las lluvias están causando tanto daño y dolor, uno de los grandes desafíos en el proceso de reconstrucción de Río Grande do Sul, es no dejarse guiar por los mismos modelos desarrollistas que crearon las condiciones de insostenibilidad y riesgo de desastres. Cabe preguntarse: ¿De qué manera los procesos de reconstrucción y recuperación conseguirán reducir la insostenibilidad ambiental, planificar el uso del suelo y la recuperación socio ambiental de la cuenca, así como las desigualdades de renta y poder político, y las condiciones de vulnerabilidad social?
Entre las formas de “Capitalismo del Desastre”, están el sobreprecio de los servicios de emergencia en beneficio de empresas cercanas a los grupos políticos en el poder, como los casos de corrupción denunciados durante la catástrofe de 2011 en la región serrana de Río de Janeiro, o la clasificación de áreas urbanas como “áreas de riesgo” para expropiar a los pobres y años después descongelarlos con el fin de utilizarlos para construir otros proyectos de interés de los grupos políticos en el poder.
En nuestro continente, los depredadores de las ciudades desempeñan un papel central dentro el paradigma de desarrollo financiarizado que promueve la construcción desenfrenada de edificios que aumentan la temperatura, contaminan visualmente las ciudades, especulan con el tejido urbano, TALAN ÁRBOLES y destruyen el patrimonio arquitectónico.
Las lógicas económicas prevalecen sobre el derecho a existir en la transformación urbana de América Latina. ESE ES EL GRAN PROBLEMA QUE NOS INTERPELA A TODOS.

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